Bücher von Ermance Dufaux

Conozca la trayectoria de los sembradores espíritas que desencarnaron bajo el peso de las ilusiones, pero que encontraron en sí la fuerza divina para la reconstrucción y el recomenzar de sus vidas, motivados por la esperanza en la conquista de los bienes eternos, amparados y debidamente cultivados por el amor de los amigos espirituales en los jardines celestes de la Divina Providencia."Al enfocar la historia de los líderes cristianos reducidos en el remordimiento bajo el azote de la negligencia con la cual se condujeron durante la vida física, Ermance Dufaux abdica a la visión derrotista de la falencia y queda irremediablemente para alertar al hombre terrestre sobre cuanto le compete realizar en el clima del sacrificio y de la renuncia a favor de sí mismo, cuando esté apoyado por los beneficios de la Doctrina Espírita."María Modesto Cravo

La "Historia de Juana de Arco", que ahora presentamos a nuestros lectores, en una traducción de Denise Villas Bôas, es una obra psicográfica, dictada por el "Pucelle d'Orlans" a Ermance Dufaux, una niña que entonces tenía 14 años. años y que, por sus dotes morales y mediúmnicas, colaboró con Allan Kardec en la preparación de la 2ª edición de "El Libro de los Espíritus", Ermance fue un médium del espíritu de San Luis que tanto ayudó al maestro Kardec en la gran obra de Codificación.La trayectoria de Juana de Arco en suelo francés es mundialmente conocida. Su obstinada valentía, su devoción ilimitada a los espíritus que se le aparecieron y que la guiaron en sus acciones en esta encarnación, su inmenso amor por Francia, aliado a su sencillez, su pureza, su buen sentido y la nobleza de su carácter, la hicieron la heroína incomparable desde el siglo XV.En "La Historia de Juana de Arco" vemos la lucha de dos fuerzas: la del bien, personificada en el ideal puro de "Pucelle" - tan pura como ella misma - y la del mal, representada por el falso ideal de justicia de sus pseudos jueces, digo pseudos porque su objetivo no era juzgar, sino condenar a muerte a Juana, como en realidad lo hicieron, apoyados en el abandono al que Juana fue relegada por Charles VII, a quien ella había hecho ley de la corona de Francia, en el abandono y la iniquidad de los propios franceses, quienes así se convirtieron en perfectos cómplices de los agentes de su muerte.Juana fue beatificada en 1909, por gestos iniciados en 1890 por el Papa León XIII, y canonizada en 1920.