Bücher von Joumana Haddad

Liebe Leserin, lieber Leser aus der westlichen Welt! Eine Warnung möchte ich vorwegschicken: Ich bin nicht gerade dafür bekannt, anderen das Leben leichter zu machen. Wer nach Wahrheiten sucht, die er (oder sie, das ist hier einerlei) bereits zu kennen glaubt, nach Beweisen, die er ohnehin in der Hand zu haben meint, wen es danach verlangt, orientalistische Sichtweisen bestätigt oder antiarabische Vorurteile gestärkt zu sehen, wer erwartet, einmal mehr das alte Schlaflied vom »Kampf der Kulturen« vorgesungen zu bekommen, dem sei geraten, gleich hier und jetzt mit dem Lesen aufzuhören. Denn in diesem Buch werde ich alles daran setzen, Erwartungen zu enttäuschen. Ich werde Illusionen zerstören, Träume entzaubern, Schreckgespenster verjagen und vorgefertigte Meinungen demontieren. Wie? Ganz einfach, indem ich, und das nur für den Anfang, das Folgende erzähle...

Este no es un manifiesto contra los hombres en general. Ni tampoco un manifiesto contra los hombres árabes en particular. Se trata, sin embargo, de un aullido de exasperación provocado por una especie concreta de hombres: la especie macho, los Supermanes, como les gusta verse a sí mismos. Pero Superman es una mentira.En esta secuela explosiva de Yo maté a Sherezade, la escritora libanesa Joumana Haddad examina el sistema patriarcal que sigue dominando el mundo árabe y más allá. Desde las religiones monoteístas y su concepto de matrimonio al machismo institucionalizado y su constante doble rasero, Haddad reflexiona sobre la necesidad urgente de una nueva masculinidad para los nuevos tiempos de cambio y revolución que experimenta Oriente Medio.

Cinco mujeres narran sus historias tras las rejas de sus respectivas jaulas; cinco mujeres del mundo árabe, pero que podrían provenir de cualquier lugar. Valientes, revelan sus cadenas, frustraciones e ira. Desde su posición de carcelero y confidente, el hombre las escucha y las provoca. Lama, la solterona; Zeina, la niqab; Hiba, la prostituta; Yara, la lesbiana; y Abeer, la gorda... se desnudan por completo. La crudeza de su lenguaje es proporcional a la intensidad de su sufrimiento.