von Libardo Ariel Blandón Londoño
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Existen unas mil doscientas especies de murciélagos en el mundo, su dieta es muy variada, unos se alimentan de frutas: frugívoros, otros de polen: polinívoros, o de néctar de las flores: nectarívoros, otros son predadores: carnívoros, carroñeros: sarcófagos, los hay también insectívoros.Como puede verse la dieta les permite hacerse acreedores a un vasto y privilegiado puesto en el control biológico en los ecosistemas del mundo. Lo que les permite ser dispersores de semillas, polinizadores, ejercer control biológico de pequeños roedores y de insectos. En un día ordinario los habitantes de una cueva, que pueden ser del orden de varios millones de individuos, se imagina usted apreciado lector, ¿cuántas toneladas de insectos consumen en un solo día?La otra cara de la moneda muestra todo lo contrario, el común de la gente se refiere a los murciélagos de una manera desdeñosa, con cierta repugnancia. Los murciélagos son feos, cochinos, son malolientes, dañinos, acaban con lo sembrados, se comen los frutos, arruinan las cosechas, son verdaderas plagas. Se meten por los techos, ensucian las paredes, no dejan dormir, muerden a las personas y transmiten enfermedades como la rabia, le chupan la sangre al ganado y a la gente. Son animales indeseables, hay qué acabar con ellos, diezmarlos hasta eliminarlos por completo.Las anteriores reflexiones son propias del común de las personas, sólo hay que ser Biólogo o ambientalista para encontrar en ellos la verdadera importancia y belleza de este maravilloso mundo de los murciélagos que enhorabuena aprovecharon el ambiente vespertino o nocturno para desarrollar sus actividades biológicas dado que estaba disponible ecológicamente.Con estos argumentos se pretende desmitificar a los murciélagos del sentido vampiresco que equivocadamente se les atribuye.