von Manuel Enrique Gutiérrez Camacho
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Había en la sociedad filipina el "abogadillo". que era el nativo que ejercía como abogado sin haber cursado estudios de derecho; También existía el "mediquillo"; el "directorcillo" el "maestrillo", etc., sin tener las titulaciones correspondientes. El "gobernadorcillo" del pueblo, ya redeñado, en que se perpetúa un crimen recibe casi siempre las primeras declaraciones en lengua provincial, sin embargo, de estar prevenido que dichas justicias locales entiendan y hablen la lengua española, para verificarlo con ella: mas esto pocas veces sucede así, no obstante de que les era permitido a los "gobernadorcillos" que tengan un intérprete a quien llamaban "directorcillo". Con semejante sistema de instruir procesos, no puede menos de adolecer de muchos vicios en su sustanciación. En poder ya del alcalde, o gobernador político-militar (en este caso asesorado indispen-sablemente de un letrado) continuaban la instrucción estos funcionarios, con arreglo a los datos, algunas veces oscuros y con frecuencia equivocados, que les suministran los "gobernadorcillos". Dicho de otro modo, todos estos términos formaban, en conjunto, el fenómeno de la disminución de las capacidades atribuidas al cargo en cuestión, siempre que fueran ejercidos por nativos. Visto el anómalo funcionamiento del sistema, no fue de extrañar que Tirso tratara de solucionar, al menos en tres asuntos penales, que ha dado origen a estos "Esbozos forenses".