Bücher von Mark Moore

Biblical illiteracy has reached epidemic proportions even withinthe sanctuary of God's church. In a recent survey, manyAmericans were convinced that Joan of Arc was Noah's wife and theEpistles were the spouses of the Apostles. Most have no clue that theBible contains 66 books in 3 languages spanning 1400 years. Ten outof ten people cannot even find the book of Hezekiah . . . and if youwonder why, you might just be part of the problem. Our airwavesare littered with misinformation about the Bible and no small dose ofoutright heresy. What's worse, most Christ followers have little abilityto distinguish truth from error because they are only vaguely familiarwith the Word of God.If the Bible really is the revelation of God, this appalling ignorancewill inevitably have detrimental effects on the Church. How willChristians discover and implement their spiritual gifts if they are notgrounded in the Word? How will beleaguered spiritual warriors sendthe enemy into retreat apart from the Sword of Scripture? How willshepherds feed their flocks without the meaty doctrines of the Bible?Our assemblies are bloated with the cotton candy of pop-psychologythat so tickles itching ears.We have mastered the mass assembly with seeker-sensitivesermons and clever marketing strategies. Don't get me wrong,this is fantastic progress for evangelism. And frankly, if one had tochoose between evangelism and edification, one should prioritizelost sheep over emaciated sheep every time. At the same time,there is no necessary reason for making such a choice given theinformational and technological advances the Lord has graciouslyput at our disposal. That's what this book is all about. We want tooffer you the methods of interpretation through technologicallyavailable information. In other words, this book will give you acollege-level course in How to Interpret the Bible using nothing butyour own Bible and free internet resources.

En el año 1996 nuevamente hizo historia. Por primera vez, las revistas Time, Newsweek, y US News and World Report presentaron la misma historia: Jesucristo. Sin otro particular, estos artículos muestran que todavía hay concepciones equivocadas y medias verdades en cuanto a este hombre en el mundo. Así que aquí lo tenemos. . . No ha habido muchos cambios de cuando las sandalias de Jesús recogieron polvo en la tierra de Palestina. Sigue siendo tema de conversación en los cafés y en las peluquerías. Se sigue hablando bien y mal de él. Despierta nuestra curiosidad. Motiva nuestra imaginación. Y en ocasiones hasta nos encoleriza.En verdad, ¿quién es él? Usted sabe que no es un político, pero sigue estrechando las manos de niños y ancianos y transforma naciones enteras. No es un activista social, pero él es el propulsor de muchos hospitales, orfanatos e innumerables actos de bondad. No es un entretenedor, pero ¿la agenda de quién es la más ocupada? ¿Es un psicoterapeuta? No lo creo. Pero ha rehabilitado a millones. Este carpintero y campesino ha construido un reino jamás imaginado por sus enemigos terrenales.En verdad, ¿quién es? Si usted fisgoneara detrás de las puertas de las torres de marfil usted escucharía a los eruditos discutiendo sobre la frase "la búsqueda del Jesús histórico". Lo que afirman es que hay que quitarle a los evangelios toda secuela de lo milagroso y lo "mítico" y tratar de entender lo que el autor realmente dijo. En la mayoría de estas presentaciones resulta que Jesús es un filósofo cínico; un zelote rebelde; o peor aún, un buen hombre que sería buen vecino.Bueno, he aquí las buenas noticias y el ímpetu detrás de este libro: Los evangelios, como los tenemos, presentan a este Jesús histórico. No tenemos que rebuscar en las fuentes. No tenemos que jugar a las escondidas con ellas. No tenemos que psicoanalizar una iglesia hipotética. Tampoco tenemos que interpretar los murales de un pintor del segundo siglo. Los evangelios que usted tiene en sus manos, con todos sus milagros, dicen la verdad en cuanto a Jesús. En verdad, ¿quién es él? Es el Señor, Jesucristo, quien murió por nuestros pecados y se levantó para nuestra justificación. ¡Vale la pena escribir de eso!