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  • von Marry Shelley
    9,99 €

    No son más que las cuatro, pero es invierno y el sol ya se ha puesto. Ninguna nube refleja ya sus rayos oblicuos en el cielo claro y helado, pero el aire se tiñe de un ligero color rosado que todavía brilla sobre el suelo cubierto de nieve. Vivo sola en una casita perdida en un paraje inmenso y solitario. No me llega ningún eco de vida. Ante mis ojos, la llanura desolada está cubierta de blanco, y encima de las pequeñas colinas abruptas desde donde se desliza la nieve, más escasa aquí que en terreno llano, se advierten solamente unas cuantas manchas negras que han aparecido bajo el efecto del sol del mediodía. Algunos pájaros atacan con su pico el duro hielo que cubre los estanques; ha helado sin cesar. Extraño estado mental el mío. Estoy sola, absolutamente sola en el mundo, el azote del destino ha acabado con mi vida. Sé que voy a morir y me siento feliz, alegre. Siento que me late el pulso y pongo mi mano flácida sobre mi mejilla febril. En mí se agita una mente vivaz y ligera que emite las últimas señales de vida. No veré nunca más las nieves de un nuevo invierno, no sentiré nunca más, lo sé, el calor vivificante de un nuevo verano, y con esta certidumbre empiezo a escribir mi trágica historia. Sin duda alguna una historia como la mía debería desaparecer conmigo, pero un sentimiento indefinible me empuja, y estoy demasiado débil de cuerpo y de espíritu para resistir al menor impulso. Cuando la vida era vigorosa en mí, estaba segura de que su sacrílego horror haría imposible contar esta historia, pero puesto que ahora muero, profano el terror místico que ella me inspira. Así es el bosque de las Euménides donde solo los moribundos son admitidos. Y ahora Edipo va a morir.

  • von Marry Shelley
    15,90 €

    A la señora SAVILLE, Inglaterra. San Petersburgo, 11 de diciembre de 17**Te alegrará saber que no ha ocurrido ningún percance al principio de una aventura que siempre consideraste cargada de malos presagios. Llegué aquí ayer, y mi primera tarea es asegurarle a mi querida hermana que me hallo perfectamente y que tengo una gran confianza en el éxito de mi empresa. Me encuentro ya muy al norte de Londres y, mientras camino por las calles de Petersburgo, siento la brisa helada norteña que fortalece mi espíritu y me llena de gozo. ¿Comprendes este sentimiento? Esta brisa, que llega desde las regiones hacia las que me dirijo, me trae un presagio de aquellos territorios helados. Animadas por ese viento cargado de promesas, mis ensoñaciones se tornan más apasionadas y vívidas. En vano intento convencerme de que el Polo es el reino del hielo y la desolación: siempre se presenta a mi imaginación como la región de la belleza y del placer. Allí, Margaret, el sol siempre permanece visible, con su enorme disco bordeando el horizonte y esparciendo un eterno resplandor. Allí ¿porque, con tu permiso, hermana mía, debo depositar alguna confianza en los navegantes que me precedieron¿, allí la nieve y el hielo se desvanecen y, navegando sobre un mar en calma, el navío se puede deslizar suavemente hasta una tierra que supera en maravillas y belleza a todas las regiones descubiertas hasta hoy en el mundo habitado. Puede que sus paisajes y sus características sean incomparables, como ocurre en efecto con los fenómenos de los cuerpos celestes en estas soledades ignotas. ¿Qué no podremos esperar de unas tierras que gozan de luz eterna? Allí podré descubrir la maravillosa fuerza que atrae la aguja de la brújula, y podré comprobar miles de observaciones celestes que precisan solo que se lleve a cabo este viaje para conseguir que todas sus aparentes contradicciones adquieran coherencia para siempre. Saciaré mi ardiente curiosidad cuando vea esa parte del mundo que nadie visitó jamás antes y cuando pise una tierra que no fue hollada jamás por el pie del hombre. Esos son mis motivos y son suficientes para aplacar cualquier temor ante los peligros o la muerte, y para obligarme a emprender este penoso viaje con la alegría de un muchacho que sube a un pequeño bote, con sus compañeros de juegos, con la intención de emprender una expedición para descubrir las fuentes del río de su pueblo.

  • von Marry Shelley
    15,90 €

    A la señora SAVILLE, Inglaterra. San Petersburgo, 11 de diciembre de 17**Te alegrará saber que no ha ocurrido ningún percance al principio de una aventura que siempre consideraste cargada de malos presagios. Llegué aquí ayer, y mi primera tarea es asegurarle a mi querida hermana que me hallo perfectamente y que tengo una gran confianza en el éxito de mi empresa. Me encuentro ya muy al norte de Londres y, mientras camino por las calles de Petersburgo, siento la brisa helada norteña que fortalece mi espíritu y me llena de gozo. ¿Comprendes este sentimiento? Esta brisa, que llega desde las regiones hacia las que me dirijo, me trae un presagio de aquellos territorios helados. Animadas por ese viento cargado de promesas, mis ensoñaciones se tornan más apasionadas y vividas. En vano intento convencerme de que el Polo es el reino del hielo y la desolación: siempre se presenta a mi imaginación como la región de la belleza y del placer. Allí, Margaret, el sol siempre permanece visible, con su enorme disco bordeando el horizonte y esparciendo un eterno resplandor. Allí ¿porque, con tu permiso, hermana mía, debo depositar alguna confianza en los navegantes que me precedieron¿, allí la nieve y el hielo se desvanecen y, navegando sobre un mar en calma, el navío se puede deslizar suavemente hasta una tierra que supera en maravillas y belleza a todas las regiones descubiertas hasta hoy en el mundo habitado.

  • von Marry Shelley
    15,90 €

  • von Marry Shelley
    15,90 €

    16 de julio de 1833. Éste es un aniversario memorable para mí. ¡En esta fecha celebro mi cumpleaños trescientos veintitrés! ¿El Judío Errante? Por supuesto que no. Sobre su cabeza han pasado más de dieciocho siglos. En comparación con él, yo soy un Inmortal muy joven. Entonces, ¿soy un inmortal? Es una pregunta que me he formulado día y noche durante trescientos tres años, y aún no soy capaz de contestarla. Hoy mismo detecté una cana entre mi pelo castañö sin duda significa decadencia. No obstante, puede que haya permanecido oculta durante trescientos años, ya que algunas personas han encanecido por completo antes de cumplir los veinte años. Contaré mi historia y el lector juzgará por mí. Contaré mi historia, y así procuraré pasar algunas horas de una larga eternidad, tan agotadora para mí. ¡Para siempre! ¿Puede ser? ¡Vivir para siempre! He oído hablar de encantamientos en los que las víctimas fueron arrojadas a un profundo sueño, para despertar después de cien años tan jóvenes como siempre; he oído hablar de los Siete Durmientes, sin ser agotador ser inmortal así: pero, ¡oh!, la carga del tiempo interminable, el paso tedioso de las horas. ¡Qué feliz era el legendario Nourjahad! Vuelvo a mi tarea.

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