von Miguel de Cervantes Saavedra
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ARLAXA ALIMUZELEscuchadme, los de Orán, caballeros y soldados, que firmáis con nuestra sangre vuestros hechos señalados. Alimuzel soy, un moro de aquellos que son llamados galanes de Melïona, tan valientes como hidalgos. No me trae aquí Mahoma a averiguar en el campo si su secta es buena o mala, que Él tiene deso cuidado. Tráeme otro dios más brioso, que es tan soberbio y tan manso, que ya parece cordero, y ya león irritado. Y este dios, que así me impele, es de una mora vasallo, que es reina de la hermosura, de quien soy humilde esclavo. No quiero decir que hiendo, que destrozo, parto o rajo; que animoso, y no arrogante, es el buen enamorado. Amo, en fin, y he dicho mucho en sólo decir que amo, para daros a entender que puedo estimarme en algo. Pero, sea yo quien fuere, basta que me muestro armado ante estos soberbios muros, de tantos buenos guardados; que si no es señal de loco, será indicio de que he dado palabra que he de cumplilla o quedar muerto en el campo. Y así, a ti te desafío, don Fernando el fuerte, el bravo, tan infamia de los moros cuanto prez de los cristianos. Bien se verá en lo que he dicho que, aunque haya otros Fernandos, es aquel de Saavedra a quien a batalla llamo. Tu fama, que no se encierra en límites, ha llegado a los oídos de Arlaxa, de la belleza milagro. Quiere verte; mas no muerto, sino preso, y hame dado el asumpto de prenderte: mira si es pequeño el cargo. Yo prometí de hacello, porque el que está enamorado, los más arduos imposibles facilita y hace llano. Y, para darte ocasión de que salgas mano a mano a verte conmigo agora, destas cosas te hago cargo: que peleas desde lejos, que el arcabuz es tu amparo, que en comunidad aguijas y a solas te vas de espacio; que eres Ulises nocturno, no Telamón al sol claro; que nunca mides tu espada con otra, a fuer de hidalgo. Si no sales, verdad digo; si sales, quedará llano, ya vencido o vencedor, que tu fama no habla en vano. Aquí, junto a Canastel, solo te estaré esperando hasta que mañana el sol llegue al Poniente su carro. Del que fuere vencedor ha de ser el otro esclavo: premio rico y premio honesto.