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Bücher der Reihe Littérature d'Espagne du Siècle d'or à aujourd'hui

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  • von Tirso de Molina
    9,99 €

    FIRELA: Carlín, déjanos aquí; no seas siempre pelmazo. CARLÍN: Pues ¿qué importaba un abrazo, si ves cuál ando tras ti? FIRELA: ¿Cuál andas? CARLÍN: Cual te dé Dios la salud. Ando cual ves. FIRELA: ¿Cuál andas? CARLÍN: Ando en dos pies, porque andas tú en otros dos. FIRELA: En cuatro fuera mejor, que eres un asno CARLÍN: Si tratas de que ande, Firela, a gatas a gatas anda el Amor, que es niño, aunque canas tién. LEONISA: Déjanos ir a lavar, que es tarde. CARLÍN: Pues no han de hablar. LEONISA. Déjale, Firela, y ven. CARLIN: ¡Válgame Dios! ¿También lla rezonga? Pues venga acá. ¿Qué cuenta al cura dará después, mi pastora bella, si por no amarme me mata? FIRELA: ¡Oh, qué pesado que estás! CARLÍN: El quinto, no matarás.

  • von Gaston Leroux
    15,90 €

    No sin cierta emoción, comienzo a relatar aquí las extraordinarias aventuras de Joseph Rouletabille. Hasta hoy, este se había negado tan firmemente a ello que yo había perdido toda esperanza de publicar alguna vez la historia policial más curiosa de los últimos quince años. Supongo que el público nunca habría conocido "toda la verdad" sobre el prodigioso caso llamado del "cuarto amarillo" ¿que generó tantos dramas misteriosos, crueles y sensacionales, y en el que mi amigo estuvo tan íntimamente comprometidö si, con motivo de la reciente nominación del ilustre Stangerson para el grado de la Gran Cruz de la Legión de Honor, un periódico vespertino, en un artículo lamentable por su ignorancia o por su audaz perfidia, no hubiera resucitado una terrible aventura que Joseph Rouletabille, según me decía, hubiera deseado que se olvidara para siempre. ¡El "cuarto amarillo"! ¿Quién podía acordarse de ese caso que hizo correr tanta tinta hace unos quince años? ¡Se suele olvidar tan rápido en París! ¿Acaso no hemos olvidado hasta el nombre del proceso de Nayves y la trágica historia de la muerte del pequeño Menaldo? Y, sin embargo, en esa época, la opinión pública estaba tan interesada por los debates que originó el caso, que una crisis ministerial que estalló en aquel momento pasó completamente inadvertida. Ahora bien, el proceso del "cuarto amarillo", que precedió unos cuantos años al caso de Nayves, tuvo aún más resonancia. Durante meses, el mundo entero intentó resolver aquel oscuro problema... El más oscuro, hasta donde sé, que jamás haya desafiado la perspicacia de nuestra policía o se haya presentado nunca a la conciencia de nuestros jueces. Todos buscaban la solución de ese problema perturbador. Fue como un dramático jeroglífico que se empeñaban por descifrar la vieja Europa y la joven América. La verdad ¿ me está permitido decirlo porque no hay en todo esto amor propio de autor y no hago más que transcribir hechos sobre los cuales una documentación excepcional me permite aportar una nueva luz¿, la verdad es que no creo que en el campo de la realidad o de la imaginación, ni siquiera en el autor de "Los crímenes de la calle Morgue", ni en las invenciones de los seguidores de Edgar Poe ni en los truculentos casos de Conan Doyle se pueda encontrar algo comparable, en lo que al misterio se refiere, con el completamente natural misterio del "cuarto amarillo".

  • von Lope de Vega
    15,90 €

    De flores de mil colores; Aves que cantáis amores, Fieras que andáis sin gobierno, ¿Habéis visto amor más tierno En aves, fieras y flores? Mas como no podéis ver Otra cosa, en cuanto mira El sol, más bella que Elvira, Ni otra cosa puede haber; Porque, habiendo de nacer De su hermosura, en rigor, Mi amor, que de su favor Tan alta gloria procura, No habiendo más hermosura, No puede haber más amor. ¡Ojalá, dulce señora, Que tu hermosura pudiera Crecer, porque en mí creciera El amor que tengo agora! Pero, hermosa labradora, Si en ti no puede crecer La hermosura, ni el querer En mí, cuanto eres hermosa Te quiero, porque no hay cosa Que más pueda encarecer. Ayer, las blancas arenas Deste arroyuelo volviste Perlas, cuando en él pusiste Tus pies, tus dos azucenas; Y porque verlos apenas Pude, porque nunca pára, Le dije al sol de tu cara, Con que tanta luz le das, Que mirase el agua más Porque se viese más clara. Lavaste, Elvira, unos paños, Que nunca blancos volvías, Que las manos que ponías Causaban estos engaños; Yo, detrás destos castaños, Te miraba con temor, Y vi que amor, por favor, Te daba a lavar su venda: El cielo el mundo defienda, Que anda sin venda el amor. ¡Ay, Dios! ¡Cuándo será el día, Que me tengo de morir, Que te pueda yo decir: ¡Elvira, toda eres mía! ¡Qué regalos te diría! Porque yo no soy tan necio Que no te tuviese en precio, Siempre con más afición; Que en tan rica posesión No puede caber desprecio.

  • von Pedro Calderon de la Barca
    9,99 €

    REY ¡Oh, tú, divina mente, que en campos del oriente sin oriente, desde el siglo primero sin primero, hasta el postrero siglo sin postrero, a no dejar de ser la que ya fuiste, del labio del Altísimo naciste primogénita suya, tú, que desde la eterna infancia tuya cielos habitas, siendo si a ellos subes, tu trono las colunas de las nubes, desde donde circundas el orbe a giros, desde donde inundas a giros el abismo, poniendo a un tiempo mismo en varios horizontes ley a los mares, límite a los montes, tú, en fin, que sin principio y fin criada, como el cedro en el Líbano exaltada, como en Cades la palma, la especiosa oliva en valle, en Jericó la rosa y el plátano en la orilla de las aguas, fragrante maravilla de vid vallada entre diversas flores, diste la suavidad de los olores distilando en aromas al cinamomo y bálsamo las gomas, que en místico atributo de honestidad y honor rinden el fruto por quien el sabio llama al buen olor perfume de la fama, atiende a la voz mía antes que diga, oh tú, Sabiduría de Dios, pues ya para saber quién seas tus renombres lo han dicho.

  • von Friedrich Nietzsche
    15,90 €

    Sea lo que sea aquello que esté a la base de este libro problemático: una cuestión de primer rango y máximo atractivo tiene que haber sido, y además una cuestión profundamente personal testimonio de ello es la época en la cual surgió, pese a la cual surgió, la excitante época de la guerra franco- alemana de 1870-1871. Mientras los estampidos de la batalla de Wörth se expandían sobre Europa, el hombre caviloso y amigo de enigmas a quien se le deparó la paternidad de este libro estaba en un rincón cualquiera de los Alpes, muy sumergido en sus cavilaciones y enigmas, en consecuencia muy preocupado y despreocupado a la vez, y redactaba sus pensamientos sobre los griegos, núcleo del libro extraño y difícilmente accesible a que va a estar dedicado este tardío prólogo (o epílogo). Unas semanas más tarde: y también él se encontraba bajo los muros de Metz, no desembarazado aún de los signos de interrogación que había colocado junto a la presunta «jovialidad» de los griegos y junto al arte griego; hasta que por fin, en aquel mes de hondísima tensión en que en Versalles se deliberaba sobre la paz, también él consiguió hacer la paz consigo mismo, y mientras convalecía lentamente de una enfermedad que había contraído en el campo de batalla, comprobó en sí de manera definitiva el «nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música». ¿En la música? ¿Música y tragedia? ¿Griegos y música de tragedia? ¿Griegos y la obra de arte del pesimismo? La especie más lograda de hombres habidos hasta ahora, la más bella, la más envidiada, la que más seduce a vivir, los griegos ¿cómo?, ¿es que precisamente ellos tuvieron necesidad de la tragedia? ¿Más aún del arte? ¿Para qué el arte griego?...

  • von Pedro Calderon de la Barca
    15,90 €

    Dentro voces. TODOS UNO DOS TRES UNO DOS TRES UNO UNOS OTROS LIDORO (Sale LIBIO.) LIBIO LIDORO LIBIOVira al mar.Es inútil la porfía, porque el viento que corre es travesía.Amaina la mayor. Iza el trinquete.A la driza. A la Escoca.Al chafaldete.Dé el Esquife en la Playa, y el Príncipe no más a tierra vaya, ya que abismos de yelo nos encubren.Piedad dioses. Piedad cielos.Piedad cielos, piedad dioses sagrados, y si del voto que ofrecí obligados, en este esquife este fragmento poco, que ha sido mi delfín, la orilla toco de esta desierta playa, que del mar la soberbia tiene a raya, veréis que fiel en clima tan remoto la arena beso y revalido el voto, pues desdicha no hay, no hay desconsuelo que no enmiende el vivir.¡Válgame el cielo! ¿Cúya esta voz ha sido?De un cofadre de Baco, que ha salido por no hacerle traición del mar a nado, pues el no beber agua le ha escapado.

  • von Arthur Conan Doyle
    15,90 €

    Su padre, el señor Hungerton, era verdaderamente la persona menos dotada de tacto que pudiese hallarse en el mundo; una especie de cacatúa pomposa y desaliñada, de excelente carácter pero absolutamente encerrado en su propio y estúpido yo. Si algo podía haberme alejado de Gladys, era el imaginar un suegro como aquél. Estoy convencido de que creía, de todo corazón, que mis tres visitas semanales a Los Nogales se debían al placer que yo hallaba en su compañía y, muy especialmente, al deseo de escuchar sus opiniones sobre el bimetalismo, materia en la que iba camino de convertirse en una autoridad. Durante una hora o más tuve que oír aquella noche su monótono parloteo acerca de cómo la moneda sin respaldo disipa la seguridad del ahorro, sobre el valor simbólico de la plata, la devaluación de la rupia y los verdaderos patrones de cambio. ¿¿Supóngase ¿¿exclamaba con enfermiza exaltación¿¿ que se reclamasen en forma simultánea todas las deudas del mundo y se insistiese en su pago inmediato. ¿Qué ocurriría entonces, dadas las actuales circunstancias? Le contesté que eso me convertiría, evidentemente, en un hombre arruinado, ante lo cual saltó de su silla reprochando mi habitual ligereza, que le impedía discutir en mi presencia cualquier tema razonable. Tras decir esto, salió disparado de la habitación para vestirse, porque iba a una reunión de masones.

  • von Pedro Calderon de la Barca
    9,99 €

    JUDAÍSMO¿Dónde voy con errante paso? ¿Dónde confuso y vacilante me lleva mi destino, sin rumbo, sin vereda y sin camino? Este campo ¿no era desierta población, desierta esfera de vides y de olivos, edificios ayer vegetativos, donde ufana vivía la sinagoga de mi Ley Judía? Pues ¿quién en él tan presto muros ha fabricado, torres puesto, cuya altura eminente empina al orbe de zafir la frente, y es dórica columna del cóncavo palacio de la luna? Su fábrica dorada en doce piedras se miró fundada. Doce puertas abiertas están; al aquilón miran tres puertas, al austro tres se rompen blandamente, tres al ocaso y tres hacia el oriente, y todas doce iguales, guarnecidas de cándidos cristales en quien mi Ley conoce doce vislumbres de mis tribus doce. ¿Qué fábrica ésta ha sido? ¿Para quién, para quién se ha prevenido esta casa, este templo, última maravilla sin ejemplo? Dígasme, ¡oh ciudadano de ese supremo alcázar soberano!, ¿qué casa hermosa y nueva la vista turba y el sentido eleva? Porque saber espera mi cuidado a qué tierra, a qué campo hoy he llegado, siguiendo mi destino.

  • von Felipe Trigo
    9,99 €

    En cuanto despertó el duque, púsose á toser como un desesperado. Del tabaco. Se lo decían los médicos. Veneno lento. Le causaba tos, anginas, palpitaciones cardíacas y trastornos visuales. Lo cual desaparecía así que fumaba menos ó por tres ó cuatro días dejaba de fumar.Sacó un cigarrillo de su pitillera de piel de cocodrilo, y lo encendió.¡Al diablo la higiene y los doctores! ¡Hombre! ¡pues tendría que ver...! Estos parecían preocuparse únicamente de descubrirle aspectos perniciosos á cuanto hace la vida llevadera: el vino, el juego, las mujeres, el tabaco...Cuatro elementos sin los cuales él se habría pegado un tiro.Y no porque el eximio duque de Puentenegro, heredero de cien nobles que lucharon en Flandes y en Italia, y que tenían llena la hispana historia con la gloria de sus nombres, dejase de ser un grande aficionado á altas empresas, sino porque las altas empresas, dignas de los grandes, habíanse agotado en el ambiente democrático actual.

  • von Ramón de la Cruz
    9,99 €

    LACAYOY aun sale aquí, si el oído no me engaña.(Sale DON SOPLADO en bata, despeinado o con cofia, esperezándose.)DON SOPLADO¿Ha venido el peluquero?TARARIRA Más ha de dos horas largas que espera en el tocador.DON SOPLADO¿Qué tal está la mañana?TARARIRA Como de otoño, y aun hoy está mucho más templada, porque hay tal cual nubecilla.DON SOPLADO ¿Y qué hora es?TARARIRA Las diez dadas.DON SOPLADOOh, pues siendo tan temprano, hasta la hora de que salga quizá saldrá el sol. Prevenme el otro vestido de aguas y galones.TARARIRA ¿Y si llueve?DON SOPLADO¿Qué quieres que yo le haga? Estando en el entretiempo, ¿he de llevar paño o lana y que se rían de mí?

  • von Rosario de Acuña
    15,90 €

    Padre mío: Llegó el momento en que, vencida la imponente ascensión, mis arterias golpeaban con ciento veinte pulsaciones por minuto. A nuestras plantas se extendía un océano de montañas, cuyas crestas, como olas petrificadas, se levantaban en escalas monstruosas a 1.000 y 1.500 metros sobre el nivel del mar. Al sur, las dilatadas estepas de Castilla, con sus desolados horizontes de desierto, iban perdiéndose en límites de sesenta leguas, entre un cielo caliginoso, henchido de limbos de oro y destellos de incendio. Al norte, un inmenso telón límpido, azul, como tapiz compacto tejido con amontonados zafiros, se destacaba, lleno de magnificencias, intentando con la grandeza de su extensión subir hasta las alturas: era el mar. A mi lado había un ser valeroso, cuya respetuosa amistad, llena de abnegaciones y de fidelidades, había querido compartir conmigo los peligros y vicisitudes de cinco meses de expedición a caballo y a pie por lo más abrupto del Pirineo Cantábrico. Estábamos sobre la misma cumbre, en el remate mismo de la crestería de piedra con que se yergue, como atleta no vencido, El Evangelista, uno de los colosos de la cordillera Las Peñas de Europa, coloso que levanta sus pedrizas enormes, sus abismos inmedibles, sus ventisqueros henchidos de cientos de toneladas de nieve a 2.600 metros sobre el nivel del mar. Sentíamos la felicidad de aquella elevación espantable, y el arriesgado propósito que teníamos de pasar la noche sobre aquellas cumbres, prestaba a nuestros cerebros la prodigiosa actividad de las horas de inspiración.

  • von Charles Nodier
    9,99 €

    La imitación es el objeto del arte propiamente dicho; la invención es el sello del genio. Invención absoluta, tampoco, ciertamente, la hay. La invención más llena de atrevimiento y de originalidad, no es más que un conjunto de imitaciones escogidas. El hombre no compone nada de la nada; pero se eleva casi al nivel de la potencia creadora, cuando de una multitud de elementos dispersos forma una individualidad nueva y le dice: ¡Sé! El escultor copia una figura de hombre; es el mismo hombre con las proporciones armoniosas de sus miembros, la ondulante flexibilidad de sus miembros, la elasticidad animada de sus carnes casi vivas a la vista: el escultor no ha hecho más que una academia. Busca, compara, reúne, pone en relación en un orden posible, tan posible que parece verdadero, todas las partes de una organización perfecta, que respira la majestad soberana apenas humanizada por un resto de cólera y de desdén; entonces ya no es un escultor; ha hecho un Apolo, ha hecho un dios. En el tiempo de Homero, ningún guerrero fue identificado con su Aquiles, o con su Ajax, o con su Diomedes, ni ningún rey con su Nestor; y, sin embargo, ese rey y esos guerreros, que no han existido jamás, son seres vivientes.

  • von Jules Verne
    15,90 €

  • von L. Frank Baum
    15,90 €

    En el País de los Gillikins, que se extiende al norte del País de Oz, vivía un niño llamado Tip. Ese nombre encerraba algo más, porque la vieja Mombi declaraba a menudo que el nombre completo del joven era Tippetarius; pero como «Tip» servía perfectamente, no se esperaba que nadie dijera una palabra tan larga. Ese niño no recordaba nada de sus padres, porque había sido criado desde muy joven por la vieja conocida como Mombi, cuya reputación, siento decirlo, no era de lo mejor. Los gillikins tenían razones para sospechar que practicaba artes mágicas, y por lo tanto preferían no relacionarse con ella. Mombi no era exactamente una bruja, porque la Bruja Buena que gobernaba esa parte del País de Oz había prohibido la existencia de cualquier otra bruja en sus dominios. Así que la tutora de Tip, por mucho que aspirara a hacer magia, comprendía que era ilegal ser algo más que Hechicera, o a lo sumo Maga. Tip estaba hecho para traer leña del bosque, que la vieja usaba para hervir cosas en la olla. También trabajaba en los maizales, cavando con la azada o quitando la farfolla a las mazorcas de maíz; además, daba de comer a los cerdos y ordeñaba la vaca de cuatro cuernos que era el especial orgullo de Mombi.

  • von Ramón de la Cruz
    9,99 €

    GRANADINA Señor autor, me parece que tarda mucho el poeta que nos ofreció traer los sainetes de esta fiesta.MARTÍNEZ Más tarda la compañía, que debiera estar completa, según estaba citada antes de las ocho y media para oírlos, y a las nueve aún no hay traza de que vengan.GRANADINA A bien que yo estoy aquí.GARRIDO ¿Adónde se consintiera que nosotras madruguemos tanto y que los hombres duerman hasta que se les dé la gana?PONCHA ¡Si esto es una desvergüenza!MORALES Yo no vengo hasta las diez

  • von Joseph Conrad
    15,90 €

    Después de entrar, al amanecer, en la dársena interior del puerto de Tolón, y una vez que intercambió a voz en grito unos saludos con uno de los botes de ronda de la flota, que le dirigió hasta el punto de anclaje, el artillero mayor Peyrol largó el ancla del arruinado buque a su cargo entre el arsenal y la ciudad, en plena perspectiva del muelle principal. El curso de su vida, que a cualquier persona le hubiera parecido llena de incidentes maravillosos (sólo que a él jamás le maravillaron), le había hecho tan reservado que ni siquiera dejó escapar un suspiro de alivio ante el estruendo de la cadena. Y, sin embargo, así concluían seis esforzados meses de errática travesía a bordo de un casco averiado, cargado de valiosa mercadería, casi siempre escaso de comida, siempre a la espera de los cruceros ingleses, una o dos veces al borde del naufragio y más de una al filo del abordaje. Pero en cuanto a este último, el viejo Peyrol había decidido al respecto, y desde el primer momento, hacer saltar su valiosa carga por los aires, sin que tal decisión representara para él perturbación alguna de su espíritu, forjado bajo el sol de los mares de la India en desaforados litigios con gentes de su ralea por un pequeño botín que se desvanecía tan pronto se cobraba, o, más aún, por la simple supervivencia, casi igualmente incierta en sus altibajos, a lo largo de los cincuenta y ocho ajetreados años que ahora contaba.

  • von Manuel Bretón de los Herreros
    9,99 €

    JUANA ¿Y se ha de casar usted con un rústico labriego! ELISA Sí; ya he dado mi palabra. JUANA ¿Lo sabe aquel caballero? ELISA ¿Quién? JUANA ¿Quién ha de ser? Aquel que hace dos años y medio que la adora a usted y bebe por esa cara los vientos. ELISA ¡Ah!... Don Miguel. JUANA ¡Y al nombrarle me pone usted ese gesto! ¿Conque ya no hay esperanza para él? ELISA Ya ves, acepto la mano de otro... JUANA Es decir que cual humo se ha deshecho el antiguo amor... ELISA ¡Amor! Aquello fue un pasatiempo. Me agradaba su figura, su uniforme, su despejo... ¿Qué sé yo? Me complacía en bailar con él y creo que no me sonaban mal en su boca los requiebros. Quizá también de la mía se deslizó en un momento de imprudencia alguna frase que halagara sus deseos; mas yo no perdí el color ni el apetito ni el sueño, síntomas averiguados de un cariño verdadero; y él por su parte, a pesar de que hacía mil extremos, nunca llegó seriamente a hablarme de casamiento. JUANA Por pura delicadeza. Ya ve usted, un subalterno... Pero yo sé que esperaba de un día a otro el ascenso a capitán... ELISA Aún así fuera mucho atrevimiento, siendo hija yo de un marqués, que aspirara a ser mi dueño. JUANA Perdone usted. Él es hijo de barón... ELISA No te lo niego, mas no es segundón siquiera, que cuatro hermanos nacieron antes que él y están casados, y con prole todos ellos. ¡No es nada lo que tendrían que atarearse los médicos para que él llegara a ser lo que su padre y su abuelo! Y aún eso importara poco como él tuviera otro genio; pero es celoso, tronera, suspicaz y pendenciero. ¿Casarme con él? ¡Jesús! Mi casa fuera un infierno.

  • von Horacio Quiroga
    9,99 €

    Ahora bien, no podía ser sino allí. Yagual olfateó la piedra ¿ un sólido bloque de mineral de hierrö y dio una cautelosa vuelta en torno. Bajo el sol a mediodía de Misiones, el aire vibraba sobre el negro peñasco, fenómeno éste que no seducía al fox-terrier. Allí abajo, sin embargo, estaba la lagartija. El perro giró nuevamente alrededor, resopló en un intersticio y, para honor de la raza, rascó un instante el bloque ardiente, hecho lo cual regresó con paso perezoso, que no impedía un sistemático olfateo a ambos lados.Entró en el comedor, echándose entre el aparador y la pared, fresco refugio que él consideraba como suyo, a pesar de tener en su contra la opinión de toda la casa. Pero el sombrío rincón, admirable cuando a la depresión de la atmósfera acompaña la falta de aire, tornábase imposible en un día de viento norte. Era éste un flamante conocimiento del fox-terrier, en quien luchaba aún la herencia del país templado ¿Buenos Aires, patria de sus abuelos y suyä donde sucede precisamente lo contrario. Salió, por lo tanto, afuera, y se sentó bajo un naranjo, en pleno viento de fuego, pero que facilitaba inmensamente la respiración. Y como los perros transpiran muy poco, Yaguaí apreciaba como es debido el viento evaporizador sobre la lengua danzante puesta a su paso.El termómetro alcanzaba en ese momento a cuarenta grados. Pero los fox-terriers de buena cuna son singularmente falaces en cuanto a promesas de quietud se refiera. Bajo aquel mediodía de fuego, sobre la meseta volcánica que la roja arena tornaba aun más caliente, había lagartijas.

  • von Franz Kafka
    15,90 €

    Alguien tenía que haber calumniado a Josef K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo. La cocinera de la señora Grubach, su casera, que le llevaba todos los días a eso de las ocho de la mañana el desayuno a su habitación, no había aparecido. Era la primera vez que ocurría algo semejante. K esperó un rato más. Apoyado en la almohada, se quedó mirando a la anciana que vivía frente a su casa y que le observaba con una curiosidad inusitada. Poco después, extrañado y hambriento, tocó el timbre. Nada más hacerlo, se oyó cómo llamaban a la puerta y un hombre al que no había visto nunca entró en su habitación. Era delgado, aunque fuerte de constitución, llevaba un traje negro ajustado, que, como cierta indumentaria de viaje, disponía de varios pliegues, bolsillos, hebillas, botones, y de un cinturón; todo parecía muy práctico, aunque no se supiese muy bien para qué podía servir. ¿¿Quién es usted? ¿preguntó Josef K, y se sentó de inmediato en la cama. El hombre, sin embargo, ignoró la pregunta, como si se tuviera que aceptar tácitamente su presencia, y se limitó a decir: ¿¿Ha llamado?

  • von Rosalia de Castro
    9,99 €

    -¡Ya puedo respirar libremente... ya me encuentro en mi verdadera atmósfera! Sólo aquí, en este lugar de mis predilecciones, en mi quinta abacial, tan llena de encantos y de misterio, puedo calmar en parte la inquietud que me devora el alma... ¡pero, qué inquietud, Dios mío!-¿Tu quinta has dicho...? Nunca he sabido...-Sí, Pedro; tiempo hace ya que este hermoso retiro, con sus verdes frondas, su claustro y su silencio me pertenece de derecho. Espero que muy pronto ha de pertenecerme también de hecho, a no ser que la adversidad o el destino hayan dispuesto otra cosa.-Pues quiera el cielo se cumplan sus votos y seas por largos años el único dueño de tan bella posesión, aunque la crea más útil para ti, por los placeres ideales que te proporciona, que por lo que de ella hayas de lucrarte.-¡Lucrarme...! Siempre esa palabra, siempre el tanto por ciento; ¿qué me supone a mí el lucro?-Quizá nada, por más que la ganancia y el tanto por ciento hayan de ser, como quien dice, temas obligados en las realidades de la vida. Dichoso el que puede prescindir de semejantes pequeñeces; mas de lo que tú no podrás prescindir, es de un buen capital con el cual te sea fácil y decoroso dar más honesta apariencia a esas ventanas y puertas desvencijadas, por las que penetran la lluvia y el frío como huéspedes importunos; reparar esos paredones por todas partes agrietados y, en fin, levantar los techos medio hundidos que al menor soplo amenazan desplomarse.

  • von Anthony Hope
    19,90 €

    ¿¡Pero cuándo llegará el día que hagas algo de provecho, Rodolfo!¿exclamó la mujer de mi hermano. ¿Mi querida Rosärepliqué, soltando la cucharilla de que me servía para despachar un huevo,¿¿de dónde sacas tú que yo deba hacer cosa alguna, sea o no de provecho? Mi situación es desahogada; poseo una renta casi suficiente para mis gastos (porque sabido es que nadie considera la renta propia como del todo suficiente); gozo de una posición social envidiable: hermano de lord Burlesdón y cuñado de la encantadora Condesa, su esposa. ¿No te parece bastante? ¿Veintinueve años tienes, y no has hecho más que... ¿¿Pasar el tiempo? Es verdad. Pero en mi familia no necesitamos hacer otra cosa. Esta salida mía no dejó de producir en Rosa cierto disgustillo, porque todo el mundo sabe (y de aquí que no haya inconveniente en repetirlo) que por muy bonita y distinguida que ella sea, su familia no es con mucho de tan alta alcurnia como la de Raséndil. Amén de sus atractivos personales, poseía Rosa una gran fortuna, y mi hermano Roberto tuvo la discreción de no fijarse mucho en sus pergaminos. A éstos se refirió la siguiente observación de Rosa, que dijo: ¿Las familias de alto linaje son, por regla general, peores que las otras.

  • von Ramón de la Cruz
    9,99 €

    CORO MAYORA POLONIA«Pues el sol placentero ya nos anuncia el día, para que cuantos lleguen nuestros afanes sirvan, comerciantes del Rastro, muy buenos días. ¡Mis ricos panes (Sola.) llevad, galanes; vamos, mocitas, a mis rosquitas! ¡Qué regalada, qué resalada. qué calentita que está mi ollita! (Esto en tono de pregón representando la orquesta.) JUANA ¡A mis repollos! NICOLASA ¡Qué ricos bollos! ESPEJO ¡Al aguardiente! CARRETERO ¡Al hierro viejo! LADVENANA ¡Tocino añejo,lomo y salchichas!CORO¡Comerciantes del Rastro, muy buenos días!».(Salen, de compradores, mozos de asistencia, con tres o cuatro esportillos cada uno, CHINICA y CAMPANO, y CALLEJO, de librea, con capa correspondiente y esportillo grande, y detrás de él PEPITO, de asturiano recién venido, con los brazos cruzados y cantando el mismo aire.)

  • von Jules Verne
    9,99 €

    ¿ ¿Y el Congo americano? ¿inquirió Max Huber¿. ¿Acaso no falta agregar un Congo americano? ¿ ¿Para qué, mi querido Max?¿ le contestó John Cort¿. ¿Acaso nos faltan grandes extensiones en los Estados Unidos? ¿Qué necesidad hay de colonizar tierras en otros continentes cuando aún tenemos centenares de miles de kilómetros cuadrados de territorio virgen entre Alaska y Texas? ¿ ¡Pero si las cosas continúan así, las naciones europeas terminarán por repartirse África y nada quedará para tus compatriotas! ¿Ni los norteamericanos ni los rusos tienen nada que hacer en el Continente Negro ¿repuso John Cort con acento terminante. ¿ ¿Pero por qué? ¿Porque es inútil fatigarse caminando en busca de lo que se tiene al alcance de la manö ¿ ¡Bah! Ya verás, querido amigo. El Gobierno Federal de los Estados Unidos reclamará uno de estos días su parte en el postre africano. Si hay un Congo francés, otro belga, y otro alemán, hay un Congo independiente que sólo espera la oportunidad de dejar de serlo. Y a esto cabe agregar la enorme extensión sin explorar que llevamos ya tres meses recorriendö ¿Explorando como curiosos y no como conquistadores, Max.

  • von Juana Manuela Gorriti
    9,99 €

    Mediaba el año de 1814. La libertad sudamericana había cumplido su primer lustro de existencia entre combates y victorias; era ya un hecho: tenía ejércitos guiados por heroicos paladines, y desde las orillas del Desaguadero, hasta la ciudadela de Tucumán, nuestro suelo era un vasto palenque, humeante, tumultuoso, ensangrentado, que el valor incansable de nuestros padres, disputaba palmo a palmo, al valor no menos incansable de sus opresores.En aquel divorcio de un mundo nuevo, que quería vivir de su joven existencia, y de un modo añejo, que pretendía encadenarlo a la suya, decrépita y caduca; en ese inmenso desquiciamiento de creencias y de instituciones, todos los intereses estaban encontrados, los vínculos disueltos; y en el seno de las familias ardía la misma discordia que en los campos de batalla.A los primeros ecos del clarín de mayo, los jóvenes habían corrido a alistarse bajo la bandera de los libres. Los viejos, apegados a sus tradiciones, volvían los ojos hacia España; y temiendo contaminarse al contacto del suelo rebelde que pisaban, recogían sus tesoros, y se alejaban desheredando a sus hijos insurgentes y dejándoles por único patrimonio una eterna maldición.Vióseles a centenares, arrastrando consigo el resto de sus familias, vagar errantes, siguiendo los ejércitos realistas en sus peligrosas etapas al través de frígidos climas, o marcharse a la Península, dejándolas abandonadas entre hostiles pueblos del Alto Perú.

  • von John Bunyan
    15,90 €

    Principia el sueño del autor. Cristiano, convencido de pecado, huye de la ira venidera, y es dirigido por Evangelista a Cristo. Caminando iba yo por el desierto de este mundo, cuando me encontré en un paraje donde había una cueva; busqué refugio en ella fatigado, y habiéndome quedado dormido, tuve el siguiente sueño: Vi un hombre en pie, cubierto de andrajos, vuelto de espaldas a su casa, con una pesada carga sobre sus hombros y un libro en sus manos. Fijando en él mi atención, vi que abrió el libro y leía en él, y según iba leyendo, lloraba y se estremecía, hasta que, no pudiendo ya contenerse más, lanzó un doloroso quejido y exclamó: ¿ ¿Qué es lo que debo hacer? En este estado regresó a su casa, procurando reprimirse todo lo posible para que su mujer y sus hijos no se apercibiesen de su dolor. Mas no pudiendo por más tiempo disimularlo, porque su mal iba en aumento, se descubrió a ellos y les dijo: ¿Queridísima esposa mía, y vosotros, hijos de mi corazón; yo, vuestro amante amigo, me veo perdido por razón de esta carga que me abruma. Además, sé ciertamente que nuestra ciudad va a ser abrasada por el fuego del cielo, y todos seremos envueltos en catástrofe tan terrible si no hallamos un remedio para escapar, lo que hasta ahora no he encontrado.

  • von Nicolas Maquiavelo
    9,99 €

    Los que desean congraciarse con un príncipe suelen presentársele con aquello que reputan por más precioso entre lo que poseen, o con lo que juzgan más ha de agradarle; de ahí que se vea que muchas veces le son regalados caballos, armas, telas de oro, piedras preciosas y parecidos adornos dignos de su grandeza. Deseando, pues, presentarme ante Vuestra Magnificencia con algún testimonio de mi sometimiento, no he encontrado entre lo poco que poseo nada que me sea más caro o que tanto estime como el conocimiento de las acciones de los hombres, adquirido gracias a una larga experiencia de las cosas modernas y a un incesante estudio de las antiguas. Acciones que, luego de examinar y meditar durante mucho tiempo y con gran seriedad, he encerrado en un corto volumen, que os dirijo. Y aunque juzgo esta obra indigna de Vuestra Magnificencia, no por eso confío menos en que sabréis aceptarla, considerando que no puedo haceros mejor regalo que poneros en condición de poder entender, en brevísimo tiempo, todo cuanto he aprendido en muchos años y a costa de tantos sinsabores y peligros. No he adornado ni hinchado esta obra con cláusulas interminables, ni con palabras ampulosas y magníficas, ni con cualesquier atractivos o adornos extrínsecos, cual muchos suelen hacer con sus cosas, porque he querido, o que nada la honre, o que sólo la variedad de la materia y la gravedad del tema la hagan grata. No quiero que se mire como presunción el que un hombre de humilde cuna se atreva a examinar y criticar el gobierno de los príncipes. Porque así como aquellos que dibujan un paisaje se colocan en el llano para apreciar mejor los montes y los lugares altos, y para apreciar mejor el llano escalan los montes, así para conocer bien la naturaleza de los pueblos hay que ser príncipe, y para conocer la de los príncipes hay que pertenecer al pueblo.

  • von Tirso de Molina
    15,90 €

    TODOS: "Buenas eran las azucenas; mas las clavellinas eran mas buenas." UNO: "Si las rosas eran lindas, lindas son las maravillas, mejores las clavellinas, olorosas las mosquelas." TODOS: "Buenas eran las azucenas; mas las clavellinas eran mas buenas." UNO: "Verde estaba el toronjil, el mastuerzo y perejil, y más verde por abril el poleo y la verbena." TODOS: "Buenas eran las azucenas; mas las elavellinas eran mas buenas."CARMENIO: ¿Venimos tarde o temprano? CELAURO: Buena hora pienso que es; que agora raya las tres del reloj del sol la mano, y el cura hisopaba ya, señal que acabado había las vísperas. TORILDA: ¡Lindo día! TIRSO: Es San Juan. ¿Qué no tendrá? Poca gente ha de venir hoy al baile.

  • von Charlotte Bronte
    15,90 €

    El otro día, al revisar mis papeles, hallé en mi mesa la siguiente copia de una carta que envié, un año ha, a un viejo conocido del colegio.Querido Charles:Creo que cuando tú y yo estuvimos juntos en Eton no éramos lo que podría llamarse personajes populares; tú eras un ser sarcástico, observador, perspicaz y frío; no intentaré trazar mi propio retrato, pero no recuerdo que fuera especialmente atractivo, ¿y tú? Desconozco qué magnetismo animal nos unió; desde luego, yo jamás albergué por ti sentimiento alguno que se pareciera al de Pilades y Orestes, y tengo razones para creer que, por tu parte, estabas igualmente lejos de cualquier sentimiento romántico. No obstante, fuera de las horas lectivas, estábamos siempre juntos, charlando y paseando; cuando el tema de conversación eran nuestros compañeros o nuestros maestros, nos comprendíamos mutuamente, y cuando yo recurría a alguna expresión de afecto, a un aprecio vago por algo excelente o hermoso, tanto si era de naturaleza animada como inanimada, tu sardónica frialdad no me impresionaba; entonces, como ahora, me sentía superior a tal freno. Ha pasado mucho tiempo desde que te escribí y más aún desde que nos vimos; el otro día, hojeando casualmente un periódico de tu condado, mis ojos fueron a dar con tu nombre. Empecé a pensar en los viejos tiempos, a repasar los acontecimientos ocurridos desde que nos separamos y me senté para escribir esta carta; no sé cuáles han sido tus ocupaciones, pero oirás, si decides escucharme, cómo el mundo me ha tratado a mí.

  • von Platon
    9,99 €

    SÓCRATES. ¿En verdad, te estoy sumamente reconocido, Teodoro, por haberme puesto en relación con Teeteto, así como con el extranjero. TEODORO: ¿¿Y quién sabe, Sócrates, si me deberás tres veces más reconocimiento, cuando te hayan explicado la política y la filosofía? SÓCRATES. ¿Perfectamente, mi querido Teodoro; pero ¿es ese el lenguaje que corresponde a un hombre, que sobresale en el cálculo y en la geometría? TEODORO. ¿¿Qué quieres decir con eso, Sócrates? SÓCRATES. ¿¿Qué? Que pones en igual lugar a dos hombres, que difieren por su mérito mucho más allá de las proporciones conocidas en nuestro arte. TEODORO. ¿Muy bien, Sócrates, ¡por nuestro Dios, por Ammón! Con razón y con justicia me echas en cara una falta de cálculo; pero tranquilízate, porque día vendrá en que tome yo mi desquite. Con respecto a ti, ¡oh, extranjero!, no te esfuerces en nuestro obsequio, y ya prefieras hablar de política o de filosofía, escoge inmediatamente y prosigue tu discurso. EXTRANJERO. ¿Eso es, en efecto, Teodoro, lo que conviene hacer. Puesto que hemos puesto manos a la obra, no debemos detenernos hasta no haber llegado al término de nuestras indagaciones. Pero en cuanto a Teeteto que está presente, ¿cómo me conduciré con él? TEODORO. ¿¿Qué quieres decir con eso? EXTRANJERO. ¿¿Le dejaremos descansar, y pondremos en su lugar a este apreciable Sócrates, su compañero de ejercicios? ¿O eres tú de otra opinión?

  • von José Zorrilla
    9,99 €

    EL MONJE ROMANO, á la lumbre.ERMITAÑO¡Qué tormenta nos amaga! ¡Qué noche, válgame el cielo! Y esta lumbre se me apaga... ¡Si está lloviznando hielo! ¡Cuán grande á Dios se concibe en aquesta soledad! ¿De quién sino de Él recibe su aliento la tempestad? ¿Cuyo es el terrible acento y el fulgor que centellea cuando zumba airado el viento y el cenit relampaguea? ¿Quién peñas y árboles hiende con la centella veloz, como segador que tiende las espigas con su hoz? ¿Quién sino Dios, que se asienta sobre las nubes sereno cuando en las nubes revienta el fragor del ronco trueno? Señor, que de las alturas de tu omnipotencia ves á las pobres criaturas que se arrastran á tus pies, detén, Dios bueno, tus iras, detén tu justo furor, si justa saña respiras contra la obra de tu amor. Pudiste en un punto hacerla, Y tu inmensa potestad puede en otro deshacerla si tal es tu voluntad; mas considera, Dios mío, que vas á igualar así al que se te aparta impío y al que se postra ante ti.Mas tanto tardar me extraña, y estoy temiendo por él... ¿Por qué deja la cabaña en una tarde tan cruel? ¡Válgame la Virgen Santa! Si á espesar la lluvia empieza, ¿cómo con segura planta podrá subir la aspereza de esa desigual garganta por do la senda endereza? ¡Infeliz! ¡Cuánto en el mundo lleva sin duda sufrido; cuánto es su dolor profundo, y cuánto está arrepentido! Mas siento pasos... Parece

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