Große Auswahl an günstigen Büchern
Schnelle Lieferung per Post und DHL

Bücher der Reihe Littérature d'Espagne du Siècle d'or à aujourd'hui

Filter
Filter
Ordnen nachSortieren Reihenfolge der Serie
  • von Walter Scott
    15,90 €

    Era el año de gracia de 1162, bajo el reinado de Enrique II; dos viajeros, con las vestimentas sucias por una larga caminata y el aspecto extenuado por la fatiga, atravesaban una noche los estrechos senderos del bosque de Sherwood, en el condado de Nottingham. El aire era frío; los árboles, donde empezaban ya a despuntar los débiles verdores de marzo, se estremecían con el soplo del último cierzo invernal, y una sombría niebla se extendía sobre la comarca a medida que se apagaban sobre las purpúreas nubes del horizonte los rayos del sol poniente. Pronto el cielo se volvió oscuro, y unas ráfagas de viento sobre el bosque presagiaron una noche tormentosa. ¿Ritson ¿dijo el viajero de más edad, envolviéndose en su capä, el viento está redoblando su violencia; ¿no teméis que la tormenta nos sorprenda antes de llegar? ¿Estamos en el buen camino? Ritson respondió: ¿Vamos derechos a nuestro destino, milord, y, si mi memoria no falla, antes de una hora llamaremos a la puerta del guardabosque. Los dos desconocidos anduvieron en silencio durante tres cuartos de hora, y el viajero a quien su compañero otorgaba el tratamiento de milord gritó impaciente: ¿¿Llegaremos pronto? ¿Dentro de diez minutos, milord. ¿Bien; pero ese guardabosque, ese hombre a quien llamas Head, ¿es digno de mi confianza?

  • von William Shakespeare
    9,99 €

    SANSÓN Bajo mi palabra, Gregorio, no sufriremos que nos carguen. GREGORIO No, porque entonces seríamos cargadores. SANSÓN Quiero decir que si nos molestan echaremos fuera la tizona. GREGORIO Sí, mientras viváis echad el pescuezo fuera de la collera .SANSÓN Yo soy ligero de manos cuando se me provoca. GREGORIO Pero no se te provoca fácilmente a sentar la mano.SANSÓN La vista de uno de esos perros de la casa de Montagüe me transporta. GREGORIO Trasportarse es huir, ser valiente es aguardar a pie firme: por eso es que el trasportarte tú es ponerte en salvo. SANSÓN Un perro de la casa ésa me provocará a mantenerme en el puesto. Yo siempre tomaré la acera a todo individuo de ella, sea hombre o mujer. GREGORIO Eso prueba que eres un débil tuno, pues a la acera se arriman los débiles. SANSÓN Verdad; y por eso, siendo las mujeres las más febles vasijas, se las pega siempre a la acera. Así, pues, cuando en la acera me tropiece con algún Montagüe, le echo fuera, y si es mujer, la pego en ella.GREGORIO La contienda es entre nuestros amos, entre nosotros sus servidores. SANSÓN Es igual, quiero mostrarme tirano. Cuando me haya doncellas. Les quitaré la vida.

  • von Jules Verne
    15,90 €

    ¡Pam! ¡Pam!Ambos tiros partieron casi a un tiempo. Y una vaca que pasaba a cincuenta pasos de distancia recibió una de las balas, a pesar que nada tenía que ver con la cuestión.Afortunadamente los dos adversarios resultaron ilesos.¿Pero quiénes eran aquellos dos caballeros? Se ignora y, sin embargo, hubiera sido aquélla una ocasión sin duda de guardar sus nombres para la posteridad. Todo cuanto se sabe es que el de más edad era inglés, y el otro, norteamericano. Lo que era fácil de indicar es el sitio en que el inofensivo rumiante había comido su último manojo de hierba. Era en la orilla derecha del Niágara, cerca de ese puente colgante que une la orilla de los Estados Unidos con la orilla canadiense, a unas tres millas más arriba de las cataratas.El inglés se acercó entonces al americano y le dijo: - ¡Sigo sosteniendo - ¡No! ¡Era YankeeLa disputa iba a interpuso; sin duda, enque era el Rule Britannia! Doodle!- replicó el otro.comenzar de nuevo, cuando uno de los testigos se interés del ganado, y dijo:- Supongamos que era el Rule Doodle y el Yankee Britannia, y vamos a almorzar.

  • von Gustavo Adolfo Bécquer
    9,99 €

    Rima 1 (XLVIII)Como se arranca el hierro de una herida su amor de las entrañas me arranqué, ¡aunque sentí al hacerlo que la vida me arrancaba con él!Del altar que le alcé en el alma mía la Voluntad su imagen arrojó, y la luz de la fe que en ella ardía ante el ara desierta se apagó.Aun turbando en la noche el firme empeñovive en la idea la visión tenaz... ¡Cuándo podré dormir con ese sueño en que acaba el soñar!Rima 2 (XLVII)Yo me he asomado a las profundas simas de la tierra y del cielo, y les he visto el fin o con los ojos o con el pensamiento.Mas ¡ay! de un corazón llegué al abismo y me incliné un momento, y mi alma y mis ojos se turbaron: ¡Tan hondo era y tan negro!Rima 3 (XLV)En la clave del arco ruinoso cuyas piedras el tiempo enrojeció, obra de un cincel rudo campeaba el gótico blasón.Penacho de su yelmo de granito, la yedra que colgaba en derredor daba sombra al escudo en que una mano tenía un corazón.A contemplarle en la desierta plaza nos paramos los dos. Y, ése, me dijo, es el cabal emblema de mi constante amor.

  • von Stefan Zweig
    15,90 €

    Los cincuenta primeros años de la vida de la cual se hablará en este libro, están íntegramente en la sombra de una obra solitaria, anónima y elevada; los años siguientes están en medio de una hoguera mundial provocada por la apasionada discusión europea. Difícilmente otro artista de nuestro tiempo ha obrado en mayor anonimato, con menor recompensa y más solitario que Romain Rolland hasta poco antes del año apocalíptico, y seguramente no hubo desde entonces otro autor más discutido. La idea de su existencia resulta, en verdad, visible sólo en el momento en que todo se conjura para aniquilarla. Pero el destino tiene la tendencia de dar formas trágicas a la vida de los grandes. Prueba sus mayores fuerzas en los más fuertes, opone violentamente a sus planes el contrasentido de los sucesos, entreteje sus años con alegorías misteriosas, traba su marcha para robustecerlos en lo justo. Juega con ellos, pero es un juego sublime, pues siempre la experiencia es provechosa. Los últimos poderosos de este mundo, Wagner, Nietzsche, Dostoievski, Tolstoi, Strindberg, han recibido del destino, junto con sus propias obras de arte, aquella vida romántica.

  • von Tirso de Molina
    9,99 €

    DOROTEA: ¿Tantos me pretenden? PENDÓN: Tantos; que para tantos de juego aun sobran. Mira este pliego lleno de quejas y llantos.Va sacando papeles cerrados del seno y faltriquerasMira luego este papel de un galán almibarado que según viene enmelado debe de ser moscatel. Repara en este billete que un licenciado me dio, tan culto, que me llamó mercurio, por alcahuete. Éste me dio un capitán con más plumas que un virote, que acicalando un bigote hisopo de un sacristán, muerto porque hoy no te ha visto, me dijo, "Dile a mi ingrata que dando vida, me mata con su ausencia, ¡voto á Cristo!" Éste es todo de lisonjas.DOROTEA: ¿Tantos traes?PENDÓN: Te espantarás, ahora empiezo, no trae más una andadera de monjas. Digo que éste es lisonjero porque su dueño poetiza, --por no decir gongoriza--y es de estos que al mes de enero llaman padre del candor; al sol, monarca diurno; cerúleo al cielo, y coturno al alba del esplendor.

  • von Rosario de Acuña
    9,99 €

    MARÍA Despacio las leí y aún no concibo lo que dicen las líneas de esta carta. Unas veces paréceme que sueño, otras las miro como horrible trama, sin que pueda el turbado pensamiento descubrir su intención ni adivinarla; y luego,... ¿por qué medio, de qué modo puedo llegar hasta mi propia estancia? (Leyendo.) «Los barones de Orsini y de Colonna »y otros nobles de estirpe menos clara, »con vuestro esposo Rienzi reunidos, »La paz ajustarán en vuestra casa; »del juramento que en solemne fiesta »al gran Tribuno prestarán mañana, »se ha de tratar en este conciliábulo; »pero si en él las bases se preparan, »mientras solemnemente no se juren, »la cabeza de Rienzi amenazada »ha de vivir; tan sólo una persona »con firme voluntad puede salvarla, »porque acaso el citado juramento »no se llegue a prestar si alguno falta; »para que esto se evite es necesario »consintáis recibir en vuestra estancia,»para que esto se evite es necesario »consintáis recibir en vuestra estancia, »en esta misma noche, estando sola »y al terminar el toque de las ánimas, »a quien puede deciros claramente »el modo de alejar desdicha tanta; »a más, grandes secretos de familia »podréis saber, y acaso vuestra raza »a Rienzi logre darle una corona »cual su ambición jamás pudo soñarla; »pensadlo bien, mañana tarde fuera. »Si aceptáis, colocad en la ventana »una luz y después esperad sola »la salvación de Rienzi o su desgracia; »aquesto dice quien blasones tiene; »no lo olvidéis, puesto que sois romana.» (Dejando de leer.-Empieza a anochecer.) Sin firma y con la fecha de hoy. ¡Dios mío, qué otra nueva tormenta se prepara!

  • von Emilio Salgari
    15,90 €

    Un relámpago cegador, que dejó ver durante unos instantes las nubes tempestuosas empujadas por un viento furiosísimo, iluminó la bahía de Malludu, una de las más amplias ensenadas que se abren en la costa septentrional de Borneo, más allá del canal de Banguey. Siguió un trueno espantoso que duró bastantes segundos y que semejó el estallido de veinte cañones. Los altísimos pombo de enormes naranjas, las espléndidas arengas saccharifera, los upas de jugo venenoso, las gigantescas hojas de los bananos y de las palmas denticuladas se doblegaron y luego se contorsionaron furiosamente bajo una ráfaga terrible que se adentró con ímpetu irresistible en la inmensa selva. Ya hacía bastantes horas que había caído la noche, una noche oscurísima que solamente iluminaban de vez en cuando, a intervalos larguísimos, los relámpagos.

  • von Roberto Arlt
    9,99 €

    SUSANA (separándose bruscamente del grupo y deteniéndose junto a la escalera). - Entonces yo me detengo aquí y digo: ¿De dónde ha sacado usted que yo soy Susana? JUAN. - Sí, ya sé, ya sé ... SUSANA (volviendo a la rueda). - Ya debía estar aquí. PEDRO (consultando su reloj). - Las cinco. JUAN (mirando su reloj). - Tu reloj adelanta siete minutos. (A SUSANA). - ¡Bonita farsa la tuya! SUSANA (de pie, irónicamente). - Este año no dirán en la estancia que se aburren. La fiesta tiene todas las proporciones de un espectáculo. JULIA. - Es detestable el procedimiento de hacerle sacar a otro las castañas del fuego. SUSANA (con indiferencia). - ¿Te parece? (JULIA no contesta. SUSANA a JUAN.) No te olvides. JUAN. - Noo. (Mutis de SUSANA.) PEDRO. - ¡Qué temperamento! JULIA (sin levantar la cabeza del tejido). -Suerte que mamá no está. No le divierten mucho estas invenciones. PEDRO. - Mamá, como siempre, se reiría al final. JULIA. -¿Y ustedes no piensan cómo puede reaccionar el mantequero cuando se dé cuenta que lo han engañado?

  • von Francisco Rojas Zorrilla
    9,99 €

    MENDO Yo soy Mendo de Moncada, Vasallo humilde y fiel; Á vuestra esposa Isabel He servido en la jornada Cuando vino de Aragon; Y á vos con afecto igual Seis años en Portugal Pido un gobierno. REY Es razon. (Toma el memorial y dásele á Cárlos.) SOLDADO Yo soy Vasco de Meneses, Admire en mí vuestra alteza, No mi valor, mi pobreza; Ya he trocado los paveses Á aqueste pobre vestido: Los blasones que adquirí Con la pobreza perdí: Como noble os he servido. Yo en la India del Oriente Mas provincias sujeté Que arenas besan el pié Al imperio de Occidente. Tantos indios... REY Bien está, Conozco vuestro valor Dadme el memorial. SOLDADO Señor... (Dale el memorial y el Rey á Cárlos.) REY Cárlos os despachará.SOLDADO En tardando, no es igual La correspondencia aquí: Yo puntual os serví Pagadme vos puntual.REY Él verá lo que ha de hacer, Y entre tanto aguardad vos.

  • von James Joyce
    19,90 €

    Allá en otros tiempos (y bien buenos tiempos que eran), había una vez una vaquita (¡mu!) que iba por un caminito. Y esta vaquita que iba por un caminito se encontró un niñín muy guapín, al cual le llamaban el nene de la casä Este era el cuento que le contaba su padre. Su padre le miraba a través de un cristal: tenía la cara peluda. Él era el nene de la casa. La vaquita venía por el caminito donde vivía Betty Byrne: Betty Byrne vendía trenzas de azúcar al limón. Ay, las flores de las rosas silvestres en el pradecito verde. Esta era la canción que cantaba. Era su canción. Ay, las floles de las losas veldes. Cuando uno moja la cama, aquello está calentito primero y después se va poniendo frío. Su madre colocaba el hule. ¡Qué olor tan raro! Su madre olía mejor que su padre y tocaba en el piano una jiga de marineros para que la bailase él. Bailaba: Tralala lala, tralala tralalaina, tralala lala, tralala lala. Tío Charles y Dante aplaudían. Eran más viejos que su padre y que su madre; pero tío Charles era más viejo que Dante.

  • von Léon Tolstoï
    9,99 - 15,90 €

  • von Luis Vélez de Guevara
    9,99 €

    MÚSICOS: "Soles, pues sois tan hermosos, no arrojéis rayos soberbios a quien vive en vuestra luz, contento en tan alto empleo." PRÍNCIPE: La capa. MÚSICO 1: El príncipe sale. MÚSICO 2: Prosigamos. PRÍNCIPE: El sombrero.CantanMÚSICOS: "Vuestra benigna influencia mitigue airados incendios, pues el raudal de mi llanto es poca agua a tanto fuego." PRÍNCIPE: ¡Ay, Inés, alma de cuanto peno y lloro, vivo y siento! Proseguid, cantad. MÚSICO 1: Digamos otra letra y tono nuevo.CantanMÚSICOS: "Pastores de Manzanares, yo me muero por Inés, cortesana en el aseo, labradora en guardar fe." PRÍNCIPE: Parece que a mi cuidado esa letra quiso hacer, lisonjeándome el alma, eterna en mi pecho a Inés. Volved, volved por mi vida a repetir otra vez aquesa letra, cantad, que me ha parecido bien.Cantan

  • von Emilia Pardo Bazán
    9,99 €

    Al pasar por delante del cementerio de aldea, me detuve un instante, mirando con interés aquella tierra como hinchada de vida, de la vida natural, que nace de la muerte. Plantas lozanas y fresquísimas reían impregnadas aún del rocío nocturno, al sol que iba a bebérselo golosamente. Eran flores de jardín, plantadas allí sin inteligencia, pero con el respeto que a sus difuntos demuestra siempre la gente labriega. Azucenas, rosas, alhelíes, margaritas, medraban en el terruño relleno de elementos favorables a su desarrollo, de abono de cuerpos humanos, y transformaban en perfumes Y en colores las descomposiciones del sepulcro. Pero, recientemente, el terreno había sido removido, y faltaban, en un espacio bastante grande, las gayas flores: la tierra aparecía desnuda. Se habían cavado allí sepulturas recientemente. Y el viejo Avelaneira, el curandero, que me acompañaba, me hizo saber que eran dos las sepulturas acabadas de abrir, y que los dos que allí se habían enterrado a un tiempo, unidos en muerte por el odio y no por el amor, eran los dos mayores enemigos de la parroquia. Inmediatamente quise recoger los hilos de aquella psicología que condujo a yacer vecinos a dos enemigos, y acaso a tener, cuando el cementerio recibiese nuevos huéspedes y no cupiesen sin hacerles sitio, abrazados sus huesos, confundidos, indiscernibles; porque, cuando el hombre se reduce a su última expresión, es cuando resuelve el problema de la suprema igualdad, no habiendo diferencia de tibia a tibia y de fémur a fémur...

  • von Tirso de Molina
    9,99 €

    CLEANDRO: No hay mucho desde aquí a Sena. Laurencia tu tía, está a la muerte, el verme allá tiene de aliviar su pena. Mi hermana es y hermana buena. Sola ella pudiera ser ocasión, hija, de hacer, aunque corto, este camino, que no es poco desatino dejar sola una mujer moza y doncella en tu edad, donde el vicio y la insolencia habitan, porque Florencia no tiene otra vecindad. Parentesco y voluntad me obligan; pero el temor de tu edad y de mi honor, viendo el peligro en que estás, vuelven los pasos atrás que da adelante mi amor. Hija, si una despedida licencia de hablar merece, por ver lo que se parece a la muerte una partida, haz cuenta que de la vida en esta ausencia me alejo, y como cansado y viejo, no a Sena, al sepulcro voy; y que en el paso en que estoy te encamino y aconsejo. Sola en mi casa naciste de una madre a quien Florencia aunque muerta, reverencia; pero bien la conociste.

  • von Leopoldo Lugones
    9,99 €

    No éramos sino tres amigos. Los dos de la confidencia, en cuyo par me contaba, y el descubridor de la espantosa fuerza que, sin embargo del secreto, preocupaba ya a la gente.El sencillo sabio ante quien nos hallábamos, no procedía de ninguna academia y estaba asaz distante de la celebridad. Había pasado la vida concertando al azar de la pobreza pequeños inventos industriales, desde tintas baratas y molinillos de café, hasta máquinas controladoras para boletos de tranvía.Nunca quiso patentar sus descubrimientos, muy ingeniosos algunos, vendiéndolos por poco menos que nada a comerciantes de segundo orden. Presintiéndose quizá algo de genial, que disimulaba con modestia casi fosca, tenía el más profundo desdén por aquellos pequeños triunfos. Si se le hablaba de ellos, concomíase con displicencia o sonreía con amargura.-Eso es para comer -decía sencillamente.

  • von Francisco Rojas Zorrilla
    9,99 €

    DON JUAN. El suceso del papel vengo a saber, bella Flora. FLORA. Ya se le di a mi Señora, y aunque fulminó cruel un destrozo riguroso en sus amorosas penas (Mas muriendo entre azucenas no pudo morir quejoso), en sus ojos advertía, notando su indignación, que, allá dentro el corazón otros afectos sentía; y al primer lance, no es el desprecio muy severo, que al fin le leyó primero, aunque le rompió después. DON JUAN. Pues, Flora, si le leyó, no fue el romperle desdén. FLORA. Y el modo del ser también mal desmentido mostró que la airada tempestad de aquel desagrado ingrato, fue más ley de su recato que enojo de su crueldad. DON JUAN. ¿Qué esa cauta fullería brujuleaste en su semblante? Trueque ya en frutos de amante su flor la esperanza mía. Tal la dicha viene a ser que llego indigno a lograr, que me obligas a ignorar los modos de agradecer. Este diamante ya veo, Flora, que es inferior paga: no la deuda satisfaga, acredite mi deseo. FLORA. Mil años, sin que a tu amor se atreva esquivo desdén amante Matusalén goces, don Juan, de Leonor. (Ap. Buenos mis enredos van; la trampa ha sido cruel: ni a Leonor di tal papel ni conoce a tal don Juan; toda alcahueta se ajuste a imitar mi proceder, que a un galán se ha de vender a diamante cada embuste.) DON JUAN. ¿Que al fin dices, Flora mía, perdóname lo cansado, que mostraba algún cuidado cuando mi papel leía? FLORA .Digo que atenta la vi decir, cuando le leyó, con un gustillo, que no; mas con los ojos, que sí.

  • von Sigmund Freud
    9,99 €

    La oposición entre psicología individual y psicología social o colectiva, que a primera vista puede parecernos muy profunda, pierde gran parte de su significación en cuanto la sometemos a un más detenido examen. La psicología individual se concreta, ciertamente, al hombre aislado e investiga los caminos por los que el mismo intenta alcanzar la satisfacción de sus instintos, pero sólo muy pocas veces y bajo determinadas condiciones excepcionales, le es dado prescindir de las relaciones del individuo con sus semejantes. En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, «el otro», como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado. Las relaciones del individuo con sus padres y hermanos, con la persona objeto de su amor y con su médico, esto es, todas aquellas que hasta ahora han sido objeto de la investigación psicoanalítica, pueden aspirar a ser consideradas como fenómenos sociales, situándose entonces en oposición a ciertos otros procesos, denominados, por nosotros, narcisistas, en los que la satisfacción de los instintos elude la influencia de otras personas o prescinde de éstas en absoluto. De este modo, la oposición entre actos anímicos sociales y narcisistas -Bleuler diría quizás: autísticos- cae dentro de los dominios de la psicología social o colectiva.

  • von Francisco Calcagno
    9,99 €

    Es una página muy triste, es una historia de lágrimas y duelo la que vamos á presentar al lector: la vida y muerte de Plácido, la mancha más negra de nuestra historia política y literaria, el baldón más ignominioso que puede echarse en cara á las instituciones y á la tiranía de otros tiempos; la vida y muerte del poeta mártir que hasta hoy sepultada en la oscuridad por la presión mortífera del despotismo aguardaba el día de la libertad para ser reivindicada ante los ojos del mundo.Gran variedad de opiniones y de errores se han emitido acerca del nacimiento de Gabriel de la Concepcion Valdés Plácido, poeta que fué por su vida y penalidades nuestro Tasso, por su muerte nuestro André Cheniér: tiene razon la América Poética de Valparaiso cuando advierte «que fué raro en todo, en su orígen, en su genio, en su muerte.» Alguno le supuso fruto de los amores clandestinos de una señora de alto rango con un negro, su propio esclavo, y esta asercion, repetida por traductores estrangeros, ha sido de las más generalizadas; otros le han querido dar por padres á una blanca de humilde condicion y un africano libre; y un biógrafo que pretende tener datos irrefutables sobre su orígen, dice refiriéndose á su padre que fué «un personage cuyo nombre omitimos en razon del noble y sagrado ministerio que ejercia» y como hijo de madre esclava, le supone tambien esclavo, liberto por la generosidad de varios jóvenes á la manera que lo fueron algo despues Manzano y Echemendia. Pezuela cree á su madre natural de Canarias.

  • von Luis Coloma
    9,99 €

    Perpleja estaba aquella mañana Pepita Ordóñez sentada en su tocador, con dos cartas, una en cada mano. Dejolas al fin sobre un acerico erizado de alfileres, y, apoyando ambos codos entre la multitud de cachivaches que ocupaban la mesa de un Pompadour algo turquesco, fijó esa mirada sin vista conque la juventud contempla las ilusiones, en la luna del espejo. Allí se reflejaba su carita de muñeca de china, coronada por dos papillotes que levantaban sobre su frente sus cuatro puntitas de papel, como otros tantos erguidos cuernecitos.Indudable era que Pepita Ordóñez soñaba despierta, paseándose por los floridos jardines que había hecho brotar en su imaginación alguna de aquellas cartas. Era ésta un billetito triangular, de un rojo subidísimo, márgenes negros, letra de mujer en el sobrescrito, de rasgos firmes y elegantes, y un diablito negro por sello, muy primoroso, montado en un velocípedo.No por esto olía a azufre: apestaba a oppoponax, esencia entonces muy en boga, y bien merecía por todo su aspecto contener la cita de alguna cocotte en el kiosco de Saint-James. Nada de esto contenía sin embargo: las honradas damas españolas acogen con tanto afán las chucherías venidas de Francia, que no se cuidan de inquirir el mayor o menor decoro de su procedencia.

  • von Fedor Mikhaïlovitch Dostoïevski
    15,90 €

    ¡Ayer me sentí yo feliz, extraordinariamente feliz, como no es posible serlo más! ¡Con que por lo menos una vez en la vida usted, tan terca, me ha hecho caso! ¡Al despertarme, ya oscurecido, a eso de las ocho (ya sabe usted, amiga mía, que, terminando mi trabajo en la oficina, de vuelta a casa, me gusta echar una siestecita de una o dos horas), encendí la luz, y ya había colocado bien mis papeles y sólo me faltaba aguzar mi pluma, cuando, de pronto, se me ocurre alzar la vista, y he aquí que¿, lo que le digo, que me empieza a dar saltos el corazón! ¡Ya habrá usted adivinado lo que ocurría! Pues que un piquito del visillo de su ventana estaba levantado y prendido en una maceta de balsamina, exactamente como yo otras veces hube de indicarle. Así que me pareció como si contemplara su adorado rostro asomado un instante a la ventana y que también usted me miraba desde su gabinetito, que usted también pensaba en mí. Y ¡cuánta pena me dio, palomita mía, el no poder distinguir bien su encantador semblante! ¡Hubo un tiempo en que también yo tenía buena vista, hija mía! ¡Los años no proporcionan ningún contento, amor mío! ¡Ahora suele ocurrirme que me baila todo delante de los ojos! En cuanto escribo un ratito, ya amanezco al día siguiente con los ojos ribeteados y lacrimosos, hasta el punto de darme vergüenza que me vea nadie. Pero en espíritu veía yo muy bien, hija mía, su amable y afectuosa sonrisa, y en mi corazón experimentaba sensación idéntica que en aquel tiempo, cuando la besé aquella vez, Várinka. ¿Lo recuerda usted aún, mi ángel? ¿Sabe usted, palomita mía, que me parece verla en este instante amenazándome con el dedo? ¿Será verdad, mala? La primera vez que vuelva a escribirme, me lo ha de decir sin remisión y con detalles.

  • von Francisco Rojas Zorrilla
    15,90 €

    CELIA Deja ese llanto, Violante, y mira que no es razón quitársele al corazón para dársele al semblante. No te convenza el dolor, y guarda en estos desvelos el sentir para los celos, pero no para el amor. Mira que es acción errada poner a riesgo tu vida; ¿Qué has de hacer aborrecida si estás llorando adorada?VIOLANTE Aunque tu celo procura atajarme esta pasión, tienen muy antigua unión la desdicha y la hermosura. Mas sólo porque no ignores lo que en mi dolor previenes, yo estoy deseando desdenes como otras damas favores. Nadie me ve, oh Celia bella, que en mi fuego no se apura, o ya lo haga mi hermosura o lo disponga mi estrella. De cuatro a un tiempo querida y de uno solo pagada, traigo la pasión turbada y temerosa la vida. Difícil asalto emprenden al muro del corazón; oye, y te diré quién son los cuatro que me pretenden. El Rey mi favor desea con más cauteloso ardor, y a su batalla de amor es mi recato trinchea. Carlos, su hermano, el Infante, es a quien adoro yo, no sólo obligada, no, sino rendida y amante, roca a la fuerza del hado, pues óyeme lo que digo: Carlos tiene un grande amigo y el Rey tiene mi gran privado. El privado, poco atento a las órdenes del Rey, hace de su afecto ley y amor de su pensamiento, como inadvertido ignora que el Rey me adora y estima, y el Rey su esperanza anima y el vasallo su amor llora; y sin ser comunicado entre los dos este amor, ni es el vasallo traidor ni el Rey tampoco injuriado. Pues el Infante en rigor, Carlos, que es mi amante digo, aun a su mayor amigo no le ha contado su amor. Y el amigo, como ignora a quien adora el Infante firme, obligado y amante me pretende y enamora. Y así, en competencia tal, aspirando a mis favores, siendo a sus dueños traidores no hay ninguno desleal.

  • von Benito Perez Galdos
    15,90 €

  • von George Bernard Shaw
    9,99 €

    Como se verá más adelante, Pigmalión necesita, no un prefacio, sino un apéndice, que he puesto en su debido lugar. Los ingleses no tienen respeto a su idioma y no quieren enseñar a sus hijos a hablarlo. Lo pronuncian tan abominablemente que nadie puede aprender, por sí solo, a imitar sus sonidos. Es imposible que un inglés abra la boca sin hacerse odiar y despreciar por otro inglés. El alemán o el español suena claro para oídos extranjeros; el inglés no suena claro ni para oídos ingleses. El reformador que hoy le haría falta a Inglaterra es un enérgico y entusiástico conocedor de la fonética. Por esta razón, el protagonista de mi obra es el tal conocedor. Entusiastas por el estilo han existido en los tiempos pasados, pero clamaban en el desierto.

  • von Jules Verne
    15,90 €

    El 13 de octubre de 1960, una parte de la población de París se reunía en las numerosas estaciones del ferrocarril metropolitano, y se dirigía por los distintos ramales hacia el antiguo emplazamiento del Campo de Marte. Era el día de la distribución de premios en la Sociedad General de Crédito Instruccional, enorme establecimiento de educación pública. Su excelencia, el Ministro de Embellecimientos de París, debía presidir la ceremonia. La Sociedad General de Crédito Instruccional reflejaba perfectamente las tendencias industriales del siglo: lo que cien años antes se llamaba "progreso", había conseguido un desarrollo inmenso. El monopolio, ese non plus ultra de la perfección, tenía en sus garras al país entero; se multiplicaban las sociedades, se fusionaban, se organizaban; habrían asombrado a nuestros padres por sus inesperados resultados. No faltaba el dinero. Los ferrocarriles habían pasado de manos particulares a las del Estado. Abundaban los capitales y más aún los capitalistas a la caza de operaciones financieras o de negocios industriales.

  • von Honoré de Balzac
    19,90 €

    La señora Vauquer, de soltera De Conflans, es una anciana que desde hace cuarenta años regenta una pensión en la calle Neuve-Sainte-Geneviève, entre el barrio latino y el de Saint-Marcel. Esta pensión, conocida bajo el nombre de Casa Vauquer, admite tanto a hombres como mujeres, jóvenes y ancianos, sin que las malas lenguas hayan atacado nunca las costumbres de tan respetable establecimiento. Pero también es cierto que desde hacía treinta años nunca se había visto en ella a ninguna persona joven, y para que un hombre joven viviese allí era preciso que su familia le pasara mensualmente muy poco dinero. No obstante, en el año 1819, época en la que da comienzo este drama, hallábase en Casa Vauquer una joven pobre. Aunque la palabra drama haya caído en descrédito por el modo abusivo con que ha sido prodigada en estos tiempos de dolorosa literatura, es preciso emplearla aquí: no que esta historia sea dramática en la verdadera acepción de la palabra; pero, una vez terminada la obra, quizás el lector habrá derramado algunas lágrimas intramuros y extra. ¿Será comprendida más allá de París? Nos permitimos ponerlo en duda. Las particularidades de esta historia llena de observaciones y de colores locales no pueden apreciarse más que entre el pie de Montmartre y las alturas de Montrouge, en ese ilustre valle de cascote continuamente a punto de caer y de arroyos negros de barro; valle repleto de sufrimientos reales, de alegrías a menudo ficticias, y tan terriblemente agitado que se precisa algo exorbitante para producir una sensación de cierta duración.

  • von Armando Palacio Valdés
    19,90 €

    MÁS de una vez me acaeció despertar, tras un corto sueño durante el día, tan sorprendido de mi existencia como si realmente naciese en aquel instante. «¿Qué es esto, qué es esto? ¿Qué soy yo? ¿Por qué estoy en el mundo? ¿Qué es el mundo?», me preguntaba estremecido. Tan grande era mi estupefacción, que me costaba trabajo el no romper en gritos de terror y admiración. El velo de lo infinito temblaba delante de mí como si fuera a descorrerse. Un relámpago iluminaba el misterio. Mi alma en aquel instante no creía más que en sí misma; pensaba vivir en el seno del Todo; no se daba cuenta de que ya estaba desprendida, y rodaba como una hoja que el huracán arrastra. «Estas formas que veo¿me decíäson extrañas a mi ser; yo no pertenezco a ellas, ni ellas a mí. ¿Será verdad que mi alma sueña los cuerpos?» La muerte me parecía tan inconcebible como la nada. El relámpago descubría un horizonte indeciso, inmenso, azulado. En los confines lucía una aurora. «Mi sitio está allí: allí quiero ir. ¿Pero mis ojos podrán recibir los rayos de ese sol cuando se levante?» Aquel despertar antojábaseme un sueño, y apetecía dormir para despertar realmente. Sí; quería despertar para comprender, para vivir; quería romper los muros de mi propio ser y asomarme a lo eterno. ¡Cómo reía el espíritu en aquel momento del protoplasma, la generatio spontanea, la teoría celular, la evolución, y de todas las demás explicaciones que se han dado de lo inexplicable!

  • von Tirso de Molina
    15,90 €

    MATILDE: ¡Ah, príncipe de Taranto! ¡Próspero, señor, mi bien! Espera, el paso deten. o anegaráte mi llanto PRÓSPERO: Siendo el desengaño tanto, ya mi sufrimiento pasa, por mas que tu amor me abrasa, las leyes de mis desvelos; mas ¿cuándo huyeron los celos que no volviesen a casa? ¡Ingrata! ¿Qué es lo que quieres? ¿Para qué a voces me llamas? Cuando a don Íñigo amas, ¡finges que por mi te mueres! Terribles sois las mujeres, pues a la sombra imitáis, y como ella, cuando amáis, leves, del que os sigue huís. Al que os desprecia seguís, al que os adora engañáis. Si el alma a un español das, ¿por qué en mí tu amor ensayas?MATILDE: Injúriame, y, no te vayas. Poco has dicho, dime más. Mientras que presente estás, tengo vida; y solo el rato que ausente mi amor retrato, no hay para mi mal paciencia. Compre a injurias tu presencia mi amor, que lance es barato. ¿De qué estás, mi bien, quejoso? ¿Quién ha podido ofenderte? Que puesto que vivo en verte amante cuanto celoso, como pende mi reposo del tuyo, aunque así aseguras la fe que en celos apuras, si hace el gasto tu pesar. No pretendo yo comprar a tu costa mis venturas.

  • von Roberto Jorge Payro
    15,90 €

    Fortín en tiempo de la guerra de indios, Pago Chico había ido cristalizando a su alrededor una población heterogénea y curiosa, compuesta de mujeres, de soldados, -chinas- acopiadores de quillangos y plumas de avestruz, compradores de sueldos, mercachifles, pulperos, indios mansos, indiecitos cautivos -presa preferida de cuanta enfermedad endémica o epidémica vagase por allí.El fortín y su arrabal, análogo al de los castillos feudales, permanecieron largos años estacionarios, sin otro aumento de población que el vegetativo -casi nulo porque la mortalidad infantil equilibraba casi a los nacimientos, pero cuyos claros venían a llenar los nuevos contingentes de tropas enviados por el gobierno.Mas cuando los indios quedaron reducidos a su mínima expresión - «civilizados a balazos»-, la comarca comenzó a poblarse de «puestos» y «estancias» que muy luego crecieron y se desarrollaron, fomentando de rechazo la población y el comercio de Pago Chico, núcleo de toda aquella vida incipiente y vigorosa.

  • von Armando Palacio Valdés
    19,90 €

    SIN gusto he cedido al propósito de publicar un volumen de páginas escogidas entre mis obras. Opiné siempre que este es un honor que debe reservarse a los muertos. Pero los vivos en los tiempos presentes acaparan los derechos de los muertos y se regalan con monumentos y epitafios.Un editor piadoso ha imaginado que de los diversos libros por mí publicados pudieran entresacarse algunos trozos de valor excepcional. Le dejo por entero la responsabilidad del intento.Contra mi gusto también, ¿por qué no he de decirlo? he sido y soy literato. En los años de mi adolescencia y en los primeros de la juventud he creído firmemente que yo había nacido para cultivar las ciencias filosóficas y políticas y para ser un faro esplendoroso dentro de ellas. Llegar a ser un sabio respetado y solemne fué mi única ambición entre los quince y los veinte años. Después por un juego de la fortuna me vi convertido en novelista, y comprendí que la fortuna tenía razón. Me acaeció lo que a Federico II de Prusia. Creyó haber nacido para músico y literato y resultó un guerrero.

Willkommen bei den Tales Buchfreunden und -freundinnen

Jetzt zum Newsletter anmelden und tolle Angebote und Anregungen für Ihre nächste Lektüre erhalten.