Del deseo de vivir al deseo de morir

La clínica de los adolescentes suicidas y suicidas me lleva a considerar sus actos destructivos como la puesta en escena de una desaparición subjetiva y de una lucha desesperada por la existencia. Como mencioné en mi parte teórica, es posible evocar un colapso narcisista como desencadenante del acto violento, que representa entonces una prueba de existencia y no el resultado de una construcción psíquica, de ahí su aspecto pulsional agresivo. Tales actos no se inscriben en el registro de la transgresión de la Ley o de un desafío a los límites surmoides, sino que vienen a desalojar al Otro para destruirlo. Atestiguando un fracaso de lo imaginario, el acto suicida se inscribe en el campo del narcisismo primario y del goce arcaico. Sin embargo, tanto este proceso psicoterapéutico como mi trabajo de investigación me ofrecieron la posibilidad de renovar mis vínculos con la adolescencia angustiada, que pide ser escuchada, reconocida en la sociedad y en su singularidad, algo que alimenta mi entusiasmo y mi amor por la búsqueda y la investigación del universo adolescente.