El hombre y la trascendencia según Gabriel Marcel

El humanismo, desde nuestro punto de vista, no pretende dominar el mundo, sino que es la comprensión que el hombre tiene de sí mismo, de las condiciones en que ha vivido su existencia y que dan sentido a su humanidad. El ser es una energía que se despliega y trasciende la esfera materialista; tiende hacia su realización perfecta. Esto significa que, subjetivamente, no hay nada humano en el hombre que pueda ser refutado como extraño e incompatible con su destino.Cuando un hombre intenta persuasivamente alejar a otro hombre de Dios, de la idea de la muerte y de la vida después de la muerte y, por lo mismo, de la inmortalidad, está negando efectivamente su capacidad de expansión hacia su destino. Esto es precisamente lo que produjo el nihilismo en el siglo XIX, cuyas consecuencias siguen siendo visibles en nuestras sociedades actuales.La existencia humana, entendida como punto de partida hacia la perfección del ser, debe medirse no sólo con la nada, sino también con el ser-en-sí. Esperar es fijar la mirada en un futuro profundo, derribar los obstáculos de la contingencia para alcanzar un fin deseable para todos, individual y colectivamente.