El inconsciente depredador

El inconsciente no sólo no es un descubrimiento científico sino que, sobre todo, no es patológico, no se puede tratar y no obedece a ninguna estructura terapéutica universal. No es personal, ni familiar, ni subjetivo. Es impersonal, ontológico, genealógico y biológico. La memoria y la conciencia no son para él terapias sino prejuicios, se capta científicamente por la investigación e individualmente por la intuición y la sensibilidad, el olvido es su fuerza. El enfermo no es el que no recuerda nada sino el que lo recuerda todo, es el que lo ha perdido todo menos la memoria. Cualquier intervención exterior le es perjudicial en la medida en que le implica y le embarca en manipulaciones, interacciones y proyecciones que le son totalmente ajenas y a veces destructivas. El inconsciente es individual sin ser subjetivo, ontológico sin ser de estructura universal, es un poder creador no patológico. La conciencia no es más que un detalle del inconsciente y no puede servir ni de revelador ni de purificador.