La educación para la emancipación en Jacques Rancière

Una educación para la emancipación parte del supuesto de que todo ser humano es capaz de construir conocimiento sin una relación de dominación del que sabe sobre el que debe aprender. Por lo tanto, constituye un problema para todas las sociedades, sea cual sea el lugar y el momento en que se piense en la condición y las posibilidades de su realización. Para que la educación en sus diversos matices (formal, no formal e informal) pueda emancipar, es decir, construir sujetos autónomos en el pensar, el hablar y el actuar, y, al mismo tiempo, gestionar las diferencias de los individuos, como sugiere J. Rancière, es necesario que: primero, sea una educación horizontal donde tanto los ciudadanos como el educador y el educando puedan reconocerse como sujetos iguales; y, segundo, se practique a través del método de la autoconstrucción permanente. Este método, por un lado, permite a cada individuo ser cada vez mejor en su vida cotidiana, tanto en personalidad como en conocimientos y habilidades, y por otro lado, genera las diferencias entre los individuos de una misma sociedad, que se justifican por la creencia de su desigualdad.