Über EL CRITICÓN
Renuncia el hombre inclinaciones de siete en siete años: ¡cuánto más alternará genios en cada una de sus cuatro edades! Comienza a medio vivir quien poco o nada percibe: ociosas pasan las potencias en la niñez, aun las vulgares (que las nobles, sepultadas yacen en una puerilidad insensible), punto menos que bruto, aumentándose con las plantas y vegetándose con las flores. Pero llega el tiempo en que también el alma sale de mantillas, ejerce ya la vida sensitiva, entra en la jovial juventud, que de allí tomó apellido: ¡Qué sensual, qué delicioso! no atiende sino a holgarse el que nada entiende, no vaca al noble ingenio, sino al delicioso genio: Sigue sus gustos, cuando tan malo le tiene. Llega al fin, pues siempre tarde, a la vida racional y muy de hombre, ya discurre y se desvela; y porque se reconoce hombre, trata de ser persona, estima el ser estimado, anhela al valer, abraza la virtud, logra la amistad, solicita el saber, atesora noticias y atiende a todo sublime empleo.
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