¡Hijos, estoy viva!

Este es un testimonio de que el amor es la mayor de las virtudes. Dicen que el mayor dolor de un ser humano es la pérdida de un hijo. Pero ¿qué pasa con la pérdida al revés: la madre que deja a sus hijos? Es conmovedor acompañar a Teresa, una madre tan parecida a la nuestra, relatando sus vivencias después de su muerte.
Este libro trae un mensaje de una madre a sus hijos, que la autora estaba feliz de descifrar, de poner en papel. Aquí el lector verá varios ejemplos de que el amor materno, regado por la fe verdadera, es un ensayo para el ejercicio del amor divino, que Cristo vino a enseñarnos como la fórmula ideal para vivir la paz.
Todos somos hermanos en la humanidad, y madres, que entendiendo a Dios en su más pura esencia, es decir, como sinónimo de amor, combustible de la vida universal, se vuelven capaces de ser madres de todos los hijos del Creador.