Über Cuentos Completos
¿¡Que se los lleve el diablo! ¡Llegas del servicio a la casa con un hambre de perro, y sabe el diablo qué te dan de comer! ¡Y decirlo aún no se puede! ¡Lo dices, y enseguida el llanto, las lágrimas! ¡Que sea yo tres veces anatema porque me casé! Dicho esto, el esposo tintineó con la cuchara en el plato, se levantó y, con exasperación, azotó la puerta. La esposa empezó a sollozar, se pegó al rostro la servilleta y salió también. El almuerzo terminó. El esposo llegó a su gabinete, se tumbó en el diván y hundió su rostro en la almohada. «¡El diablo te mandó a casarte! ¿pensó¿. ¡Buena vida ¿familiar¿, ni qué decir! ¡No alcanzaste a casarte, cuando ya te quisieras suicidar!». Al cuarto de hora, tras la puerta se oyeron unos pasos ligeros¿ «Sí, en el orden de cosas¿ Me insultó, me injurió, y ahora anda por la puerta, quiere reconciliarse¿ ¡Pero qué diablos! ¡Primero me cuelgo, antes de reconciliarme!».
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